No es un sueño: ¡estoy en la Oktoberfest!
Viajar a la Oktoberfest, en Múnich, es para muchos un sueño. Estas diez cosas le confirman que usted realmente está allí.
Amontonamientos de gente
No se preocupe: no hay forma de que usted no sepa dónde queda la Oktoberfest. Las masas de gente que lo visitan durante 16 días lo llevarán hasta allí, quiera o no. Año tras año, seis millones de personas acuden a la mayor fiesta bávara de la cerveza y la diversión.
Escaleras mecánicas llenas
Al llegar a la estación Theresienwiese, en Múnich, la gente sube por las escaleras mecánicas a toda velocidad directamente hacia los prados cercanos a la estación central del ferrocarril donde se celebra la Oktoberfest. Son catapultados a la fiesta, donde otros miles de personas ya están celebrando.
Entradas agotadas
Los titulares de los diarios locales anuncian ya en marzo que se agotaron las entradas a las tiendas de la Oktoberfest. Sin embargo, algunos prefieren esperar y lograr así un lugarcito. Pero por ningún motivo hay que empujar para conseguirlo, porque se pueden producir accidentes. Tanto el viernes como el sábado por la noche no es recomendable visitar la Oktoberfest sin haber reservado lugar.
Camareras con fuerza sobrehumana
¡Por fin llegó al Oktoberfest! Ahora puede admirar a las camareras, que son capaces de cargar con jarras de cerveza de 2,3 kilogramos. Sin embargo, su aspecto no es el de un levantador de pesas profesional. Por el contrario. Pero logran transportar hasta 12 jarras por viaje. Cada jarra cuesta algo más de 10 euros. Más la propina, se entiende. ¡Salud!
Se balancea y canta canciones desconocidas
Si usted empieza a balancearse al compás de la música –a más tardar después de la tercera jarra de cerveza– es que, efectivamente, se encuentra en la Oktoberfest. Aunque no conozca la letra de canciones tradicionales como “Aaanita” o “Anton, de Tirol”, podrá simular que canta, ya que todos estarán en el mismo estado que usted y no se darán cuenta.
Pollos que nunca se agotan
Otro de los clásicos de la Oktoberfest, además de la música, la cerveza y los escotes, es el menú. Además de los típicos “Brezel”, o panecillos, se come pollo asado al espetón. Más de 500.000 pollos con perejil se venden cada año en la fiesta, así como un millón de porciones del mismo. Pero eso no es nada en comparación con los millones de litros de cerveza que se expenden durante estos 16 días.
Sortear obstáculos para encontrar un baño
Seguro que si usted ya se tomó sus buenos litros de cerveza, necesita aliviar su vejiga. Claro que eso no es problema gracias a cerca de un kilómetro de casetas de urinarios portátiles que están a su disposición. Eso, si logran pasar a través de la multitud.
El mundo cabeza abajo
Cuando ya brindó lo suficiente con jarras y jarras de cerveza y el reloj de la caseta todavía no marca las once de la noche, el personal ya está empujándole, con suavidad pero con firmeza... hacia la puerta. Pero la fiesta no ha acabado. Entonces es probable que se le ocurra probar una vuelta en la montaña rusa. Cuidado: la cabeza puede jugarle una mala pasada.
Un ligero dolor de cabeza
La mejor prueba de que usted de verdad estuvo en la Oktoberfest es un ligero pulsar en las sienes al despertarse, consecuencia de la resaca. Y, naturalmente, las fotos en su teléfono celular, prueba irrefutable que nunca puede faltar. Ahora puede contarle a todo el mundo que participó de la gran fiesta alemana de la cerveza.