Escasez de medicamentos en Alemania
3 de diciembre de 2019Jil tiene 19 años. Sufre de depresión hace unos siete. Pero eso no es un gran problema, pues, durante su última estancia en la clínica, a Jil le recetaron el antidepresivo Venlafaxina. El medicamento atenuaba sus emociones, pero le garantizaba estar mentalmente estable. Sin embargo, este balance se puso a prueba cuando Jil no pudo encontrar su medicamento en la farmacia, ni en la primera, ni en la segunda, ni en la decimoquinta.
Tres días después, Jil comenzó a sentirse perturbada, no podía dormir, tenía "miedo de hacer algo destructivo". Sufría de escalofríos, náuseas y sudoración, se sentía demasiado débil para ir al baño. Comenzó a cuestionárselo todo, a dudar del propósito de la vida, a sentirse "casi como antes de la clínica", dice con voz quebrada. Pero cuando describe su búsqueda, vuelve a hablar fuerte: "engañada", así se sintió y entró en pánico, pues "uno no sabe qué sucede si no toma el medicamento de inmediato".
Tampoco David pudo comprar su Venlafaxina. Caro no halló el Ritalin. Ni Johanna la píldora anticonceptiva. El Instituto Federal de Medicamentos y Dispositivos Médicos (BfArM) enumera actualmente 271 medicamentos en falta en Alemania. Un popurrí de antihipertensivos, preparados contra la leucemia, antibióticos, analgésicos, medicamentos contra el Parkinson, antiepilépticos, medicamentos contra el VIH, antidiabéticos y muchos más.
Tendencia creciente
Desde que comenzó la documentación en 2013, el número de drogas afectadas ha aumentado constantemente. Aunque esto debe tratarse con precaución, ya que los criterios de notificación variaron en 2017. Así, por ejemplo, la contaminación del medicamento antihipertensivo Valsartán ha dado lugar a 118 entradas. Y, dado que las entradas se basan en información voluntaria de los fabricantes, se puede suponer una significativa cifra de casos no reportados. La ley solo obliga a los productores a informar a los hospitales, pero no al BfArM ni a las farmacias establecidas.
"Por supuesto, los fabricantes tampoco están muy interesados en estar en la picota", dice Wolf-Dieter Ludwig, presidente de la Comisión de Medicamentos del gremio médico alemán. De modo que solo el 15 por ciento de los faltantes documentados en las farmacias se ven reflejados en la lista de la autoridad federal.
El BfArM, por su parte, señala que estos faltantes no son absolutos, ya que a menudo hay medicamentos alternativos disponibles. Sin embargo, hallar los sustitutos cuesta a los médicos y farmacéuticos tiempo y energía: el 90 por ciento de los farmacéuticos independientes consideran que los medicamentos que faltan son uno de los mayores contratiempos en su vida profesional. En las farmacias de los hospitales, por lo general, se ven obligados a destinar a una persona a ocuparse exclusivamente a ocuparse del problema.
Malabarismos
Andrea Liekweg, directora de la farmacia del Hospital Universitario de Colonia, es una de ellas. Su trabajo: hacer malabarismos. Desde hace tiempo, no se basa en la desactualizada lista del BfArM. A cambio, mantiene su propia lista de anotaciones: “posible cambio por medicamento idéntico de otra compañía”, “posible reemplazo con medicamento similar”, “posible reemplazo por un medicamento que no está realmente indicado”, “necesario racionamiento del producto”, “sin alternativa disponible”. El racionamiento de medicamentos o el cambio a preparaciones alternativas requiere, por un lado, de análisis con los médicos más experimentados, que consumen bastante tiempo; por otro lado, de una costosa capacitación de 1.200 médicos y 3.000 enfermeras y, a veces, simplemente de trabajo adicional innecesario, como el reempaque de un sustituto japonés.
Incluso cuando se pueden encontrar preparados alternativos y el cambio "no es médicamente problemático por sí mismo", el problema no se resuelve, agrega Jochen Hinkelbein, Director de Anestesiología. En la rutina clínica, la corta duración de los preparados, las dosis y los diseños conduce a la confusión, a errores de dosificación y descuidos. En resumen: a riesgos agudos para el paciente. Otro problema: mientras las compañías farmacéuticas pueden cuantificar el daño financiero que les provocan estos faltantes en el suministro, la incertidumbre permanente y el riesgo de error en la práctica clínica son comparativamente difíciles de cuantificar.
¿Causas y salidas?
Si se buscan pistas, se encuentran intereses en conflicto, y unanimidad en un punto: no existe una causa única. Así, Wolf-Dieter Ludwig se queja de que las principales materias primas y medicamentos ya no se producen en Europa, sino principalmente en India y China. Además, a menudo existen monopolios, que limitan el origen a una o dos empresas. "Si algo sucede, como que una fábrica vuele por los aires, tienes un gran problema".
A su vez, la migración de la producción farmacéutica es vista por muchos interesados como consecuencia de las presiones sobre los costos. 60 centavos cuesta el suministro promedio de un alemán por día, menos que un café de máquina. Particularmente afectados se ven los genéricos, preparados alternativos baratos. "Los precios de los medicamentos genéricos son ahora tan bajos que los fabricantes de medicamentos y, en algunos casos, los farmacéuticos, no están ganando suficiente dinero para mantener instalaciones de verdadero primer nivel. Pero, como la demanda es tan alta, siguen trabajando hasta que la planta colapsa", afirma Siegfried Throm, de la Asociación de Empresas Farmacéuticas Investigadoras (vfa).
En este sistema de máxima eficiencia, cada problema es serio: una producción interrumpida (retrasos de los proveedores, problemas de calidad con el medicamento o los fabricantes de medicamentos, fallas en las instalaciones de producción, accidentes, desastres naturales), un aumento inesperado en la demanda por olas de gripe o la falla en el suministro de otro fabricante. La lista es larga.
¿Cómo salir del atolladero? El ministro alemán de Salud, Jens Spahn, apuesta por una mayor transparencia, con la presentación obligatoria de informes y el almacenamiento de medicamentos críticos, además del fortalecimiento del mercado farmacéutico europeo: "El suministro de medicamentos es un servicio básico, por lo que haremos todo lo posible para evitar cuellos de botella en el futuro. Así que el Gobierno intervendrá más fuertemente que antes en la distribución de medicamentos", comunicó su ministerio a pedido de DW.
A nivel internacional, se buscarán soluciones para volver a producir medicamentos en Europa, agregan. A nivel de la Unión Europea, la comisaria de Salud, Stella Kyriakides, promete un diálogo con los Estados miembros.
Quien produzca en Europa, debería obtener más ganancias por su sello "Hecho en Europa", opina también Wolf-Dieter Ludwig. La disposición a pagar por dicho sello estaría presente, ya que los hospitales y las farmacias actualmente gastan enormes recursos, especialmente recursos humanos, para la gestión de los cuellos de botella en el suministro. Y la industria también está interesada en mejorar su reputación, asegura.
Siegfried Throm está de acuerdo, pero exige una mejor remuneración para las cadenas de producción con alta calidad de fabricación y suministro, pues hay tantos buenos fabricantes en otros países, como ovejas negras en Europa, matiza. Y pone un ejemplo: el antihipertensivo Valsartán, que tuvo que retirarse del mercado en Alemania por impurezas a gran escala, provenía de España.
¿Almacenamiento obligatorio?
Throm se opone a la obligación general de almacenamiento: "Muchas vacunas no lo resisten, y a muchas otras medicinas de corta duración no se les puede imponer una obligación de almacenamiento". Actualmente, las compañías farmacéuticas no están obligadas a almacenar, mientras que las farmacias hospitalarias y los mayoristas deben hacerlo durante dos semanas. Para ellos, el almacenamiento es caro desde el punto de vista financiero y logístico, recuerda Andrea Liekweg, y no resuelve el problema a largo plazo.
La necesidad de hacer cambios está clara. Y la voluntad de hacerlos, disponible. No obstante, su implementación sigue siendo vaga, por el momento. La aplicación de una nueva directriz de seguridad y la introducción de envases a prueba de falsificaciones fueron probablemente responsables del faltante del antidepresivo Venlafaxina. Jil pudo comprar su medicamento después de una semana y media, aunque en los Países Bajos.
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