NO al Euro

El diario sueco "Sydsvenska Dagbladet" analiza la revuelta de los electores en su país: "4 de 7 partidos del parlamento de Estocolmo estaban por el sí, una sólida mayoría a favor del euro. También contaban con el apoyo del gobierno, la industria, los directivos sindicales y todos los grandes medios de prensa escrita. El pueblo, sin embargo, dijo ‘no’ al euro. (...) Incluso teniendo en cuenta las consecuencias del brutal asesinato de Anna Lindh, cuya muerte debe haberle proporcionado muchos votos de simpatía. De no haber ocurrido el crimen de la semana pasada, la distancia entre ‘si’ y ‘no’ habría sido aún mayor. (...) El referéndum es una clara derrota para el primer Ministro Göran Persson. (...) El ‘establishment’ político en Suecia no puede pasar al orden del día como si nada hubiera pasado. Los electores suecos han rebelado. El aire está turbio y debe ser disipado."

Rebelión sueca

En España, "El País" pronostica dificultades en el futuro de Europa: "Con su claro ‘no’ al euro los suecos pusieron en escena una revuelta contra la elite política de su país y contra Europa. Los contrarios al euro no contaban ni con un líder destacado, ni con grandes medios económicos. Pudieron obtener una victoria en el plebiscito gracias a una alianza muy mezclada, formada por miembros de la extrema derecha, de la extrema izquierda y de otros adversarios del ‘establishment’. El éxito de la rebelión sueca traerá consigo más dificultades en la integración europea. Sobre todo si la constitución europea prevista llegara a ser aprobada mediante plebiscitos en cada uno de los países miembros de la UE."

Reacción simpática, pero equivocada

Según el matutino alemán "Neue Ruhr/Neue Rheinzeitung" de Essen, los suecos desconfían del euro debido a las dificultades económicas en la eurozona: "Incluso la muerte violenta de Anna Lindh no ha hecho recapacitar a los suecos en su profundo rechazo frente al euro. No funcionó el efecto de lástima o de compasión. Una posible razón para este claro resultado pueden ser los datos financieros negativos en la eurozona, sobre todo en Alemania, pero también cierto miedo a un ente ‘monstruoso’ y anónimo, como lo es Bruselas. Seguramente fue también el intento de salvar la moneda propia, como último terreno de soberanía nacional, en una Europa en la cual cada vez más decisiones son delegadas de los parlamentos nacionales a instituciones supranacionales. Este trabajo tan complejo resulta poco transparente para el ciudadano. Pero aunque esta reacción sea comprensible y despierte simpatías, la razón debería haber dicho otra cosa a los suecos. El ‘no’ fue un error, porque ningún país será ya una isla."

Ganó el nacionalismo

El rotativo "Stuttgarter Zeitung", del sudeste de Alemania, responsabiliza al gobierno sueco por la actitud negativa ante el euro: "Con su eterna discusión por el pacto de estabilidad los gobiernos en Berlín y París le dificultaron las cosas a sus colegas en Estocolmo. A los seguidores del ‘no’ les bastaba con señalar con el dedo a los vecinos para desacreditar al primer Ministro, Göran Persson, cuando trataba de venderles la eurozona como baluarte de la estabilidad. Pero las verdaderas razones para el rotundo ‘no’ las tienen que buscar los suecos en su propio país. Si un gobierno se ha pasado diciéndole a su población que las soluciones suecas son las mejores, no puede esperar que de un momento al otro los ciudadanos piensen en dimensiones internacionales. El ‘no’ expresa también un cierto nacionalismo que la pensadora global, Anna Lindh, habría querido evitar."