No a la manipulación genética
1 de julio de 2003Es una vieja disputa entre la Unión Europea y Estados Unidos. Mientras que Washington insiste en que los Quince deben aceptar en sus mercados productos genéticamente manipulados y los acusa de contribuir con su actitud a agravar el hambre en Africa, los europeos mantienen una moratoria sobre el cultivo y comercialización de transgénicos impuesta en 1999.
Organizaciones no gubernamentales como Greenpeace, Amigos de la Tierra y European Environmental Bureau se muestran satisfechas con la futura normativa comunitaria que, de ser aprobada, regulará el seguimiento y etiquetado de los organismos genéticamente manipulados y alimentos que contengan organismos transgénicos. La rigurosa medida europea es calificada por las ONG’s como un hito histórico.
La voz del consumidor
Según la organización Greenpeace, la gran mayoría de los fabricantes alemanes de alimentos prescinden de ingredientes genéticamente manipulados. En una encuesta realizada entre 216 empresas, sólo 18 reconocieron no descartar por completo el empleo de dichos insumos. "La encuesta muestra que la mayoría de las empresas son sensibles a la opinión pública que rechaza el consumo de productos transgénicos", dijo Corinna Hölzel, de Greenpeace. La organización negocia con empresas individuales para que asuman una postura definitiva de rechazo al uso de transgénicos.
Pese a que importantes cadenas de supermercados como Edeka, Lidl, Rewe y Walmart se pronunciaron en contra de la comercialización de productos transgénicos, otros gigantes como Aldi, Metro y Tengelmann afirmaron no descartar la comercialización de alimentos provenientes de plantas modificadas genéticamente.
Europeos deciden
Se prevé que el Parlamento Europeo decida el miércoles 2 de julio sobre el etiquetado de productos transgénicos. Greenpeace espera que la instancia europea formule un lineamiento que obligue a las empresas a etiquetar los productos alimenticios que contengan organismos genéticamente modificados (OGM) a partir de mayo del 2004.
Con ello los consumidores de la UE podrían distinguir entre productos convencionales y aquellos que contienen transgénicos. "Estados Unidos tendrá que aceptar que la Unión Europea es una institución capaz de implementar sus propias políticas", dijo la experta del Parlamento Europeo, Dagmar Roth-Behrendt. Si los fabricantes estadounidenses no etiquetan sus productos según las leyes comunitarias, sus productos no llegarán al plato del consumidor europeo.