“Nisman murió en el marco de una guerra de espionaje”
18 de enero de 2016En su libro “Nisman, ¿crimen o suicidio? ¿héroe o espía?”, el periodista argentino Facundo Pastor hace un recuento de los últimos nueve días de la vida del fiscal Alberto Nisman, hallado muerto en su departamento hace un año, el 18 de enero de 2015, cuya muerte aún no fue esclarecida. Deutsche Welle habló con él sobre las dudas que todavía rodean el caso.
Deutsche Welle: ¿Cómo surge su libro?
El libro nace tratando de realizar una reconstrucción periodística muy precisa de lo que expresa el expediente judicial, contrastándolo con fuentes independientes. Argentina atravesó un 2015 en un contexto de lucha electoral del que resultó presidente Mauricio Macri. En estos momentos, Argentina sigue atravesando momentos de mucha división en la sociedad. Desde el minuto cero, la muerte del fiscal Nisman se inscribió en esa división. El desafío del libro fue contrarrestar esa división social con información objetiva.
¿Cuáles son las certezas y las dudas que surgen actualmente en torno a la causa? ¿Piensa que se trató de un suicidio, de un suicidio inducido o de un crimen, y por qué?
Si se analiza la muerte de Nisman en un contexto político y electoral, podríamos llegar a la conclusión de que, si Nisman denunció a la presidenta Cristina Kirchner, la presidenta lo mandó a matar para sacárselo de encima. Pero esta historia es más compleja. No se puede analizar una muerte a ese nivel de simplicidad, porque todo eso termina siendo funcional a la impunidad. La otra manera de analizarla es hacerlo en el contexto de la ciencia forense. Es allí donde la Fiscalía, hasta el momento, no ubica dentro de la escena de la muerte a otra persona más que al propio fiscal. Alberto Nisman aparece muerto con un solo disparo del arma que buscó intensamente. La buscó durante diez horas. Se la pidió a colaboradores cercanos hasta que uno se la acercó. Desde el punto de vista forense, no hay elementos que lleven a pensar que pueda haberse tratado de un crimen, al menos por ahora.
Usted postula en su libro que Nisman murió porque “sobrepasó” la frontera en su trabajo con los agentes de inteligencia y cayó en una guerra de espías de inteligencia que se transformó para él en una trampa mortal. ¿Qué lo lleva a afirmar eso?
Nisman era un fiscal especializado en el tema del terrorismo y se desempeñaba desde 1997 en la causa AMIA. Desarrolló una suerte de tesis para la cual se valió todo el tiempo de sus contactos con los servicios de Inteligencia, nacionales e internacionales. Creo que Nisman terminó convirtiéndose en un referente, por ejemplo, del FBI en la región. Una de las preguntas que planteo en mi libro es por qué el “zar” de la Inteligencia argentina, Jaime Stiuso, ya no le atendía el teléfono durante las últimas horas siendo que durante años fueron aliados en la causa AMIA. ¿Qué rompió la relación? Estoy convencido de que Nisman murió en el marco de una guerra de Inteligencia, en una movida en la que Nisman quedó aislado, presionado y descolocado. Los cables Wikileaks que en su momento se revelaron en Argentina muestran un profundo acercamiento del fiscal Nisman a la Inteligencia de EE. UU. Obviamente, Nisman muere sin siquiera imaginar que a pocos meses de su muerte, la administración Obama iba a realizar un acercamiento para un acuerdo nuclear con Irán, país que Nisman sostenía que era un Estado terrorista, una tesis que le era funcional en su momento a EE. UU.
¿Está sugiriendo que Nisman se suicidó al sentirse sobrepasado por esos acontecimientos?
No estoy en condiciones de afirmarlo. Solo de capitular y poner en contexto determinados elementos. Muchas veces, con la dinámica política se tiende a confundir los hechos siguiendo determinados intereses. Mi interés es realizar una reconstrucción periodística con datos precisos y objetivos que están en el expediente, y los que no están los busqué en fuentes independientes. A día de hoy no estoy en condiciones de afirmar si fue un crimen o un suicidio. Pero sí puedo responder a ciertas cuestiones, como, por ejemplo, la del arma, que es la que él mismo le requirió a dos personas que nada tienen que ver entre sí. Con una fracasó. Con otra lo logró, es decir, con el informático Diego Lagomarsino. Por otro lado, el cuerpo no tiene en absoluto signos de violencia, y la vivienda tampoco los tenía.
¿Piensa que las pruebas que el fiscal Nisman iba a presentar contra Cristina Fernández de Kirchner por encubrimiento en la causa del atentado a la AMIA eran fehacientes?
Creo que la Justicia argentina se apuró demasiado en cerrar esas acusaciones. Tal vez se puede interpretar que lo hizo por presión del Gobierno kirchnerista. La realidad es que fueron muchas instancias judiciales, no un solo juez, las que rechazaron las acusaciones, y creo que esa denuncia es la mejor prueba de esa guerra de Inteligencia a la que me refiero. Nisman escribe ciertas informaciones que los servicios le fueron dando, y posiblemente le hayan prometido mucho más de lo que le dieron. Si no, la causa no hubiese sido desestimada. En Argentina, los actos preparatorios no son considerados un delito, y la Justicia consideró que las pruebas que Nisman tenía ni siquiera eran actos preparatorios. A Nisman le prometieron mucho más de lo que le dieron. La denuncia era carente de información taxativa. Por eso la Justicia, en distintas instancias, la fue desestimando.
¿Cree que alguna vez se sabrá la verdad sobre quién mató a Alberto Nisman? ¿Qué le queda ahora por hacer a la Justicia para esclarecer este crimen?
Sin duda, en las investigaciones de la Justicia hubo tramos muy irregulares. Pero no tengo una visión conspirativa. Creo en la honestidad intelectual de la fiscal Viviana Fein, pero también creo que hay sectores de la Justicia que investigan como pueden, con los pocos recursos y la poca gente que tienen. Respecto a si se va a esclarecer alguna vez la muerte de Nisman, pienso que ante esta Argentina dividida, la dinámica de análisis de esta muerte inevitablemente hace que, sea cual fuere el resultado de las investigaciones, siempre habrá un sector que no crea en lo que la Justicia diga. Esto me hace acordar mucho a lo que sucedía hace 22 años en Argentina. Hace 22 años pusieron una bomba en la AMIA. Todavía no sabemos quién la puso, más allá de las investigaciones que apuntan a Irán. No sabemos si, efectivamente, fue o no un coche bomba, y todo lo que se diga sobre AMIA siempre va a estar contaminado de duda porque fue contaminado políticamente desde el minuto cero. Creo que con la causa de la muerte del fiscal Nisman, lamentablemente, va a suceder lo mismo.
Facundo Pastor es periodista independiente y es el encargado de las investigaciones policiales para el noticiero del canal América 2. En Radio La Red está al frente de su programa Foja Cero. Colaboró en las investigaciones sobre la muerte del empresario Alfredo Yabrán y realizó investigaciones sobre el narcotráfico en Argentina. En 2005 ganó el premio argentino TEA por su labor periodística. Estuvo nominado en 2006 para el Premio Martín Fierro como mejor labor periodística en TV por sus crónicas sobre la exclusión social y la violencia urbana.