Nicaragua empieza a buscar asilo en Europa
9 de octubre de 2018Cuando la chispa de la revolución se heló con el frío metal de la represión, escapar se convirtió para muchos en la única alternativa. Escapar adonde fuese. Aunque hubiese que cruzar el océano para encontrar el sosiego robado.
En unos días se cumplirá medio año del inicio de las protestas que sacuden Nicaragua desde mediados de abril. La espiral de violencia se ha cobrado ya la vida de 325 personas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), si bien algunas ONG independientes elevan la estremecedora cifra hasta 512. El Gobierno del presidente Daniel Ortega, por su parte, solo reconoce 200 muertes.
En este contexto, en el que el Ejecutivo ha sido responsabilizado por varios organismos internacionales de centenares de muertes, así como de torturas, secuestros, violencia sexual y otras violaciones de derechos humanos, miles de nicaragüenses han hecho las maletas. Como es lógico, la mayoría ha buscado destinos cercanos: al menos 23.000 nicaragüenses han solicitado asilo en Costa Rica, donde se habla ya de una crisis de refugiados y migrantes como consecuencia de este éxodo.
Otros, muchos menos por ahora, han optado por una alternativa aún más lejana. Costa Rica tiene problemas para gestionar este inusitado flujo de llegadas; al mismo tiempo, el resto de países de América Central, como el vecino hondureño del norte, no ofrecen un panorama demasiado alentador. Europa, a lo lejos, parece ofrecer una promesa de seguridad para quienes consigan costearse la travesía transoceánica.
Como ocurre a menudo con los migrantes y refugiados latinoamericanos, España suele ser el primer puerto de llegada en el continente europeo, además del principal receptor. El país ibérico es de hecho el tercer destino, por detrás de Colombia y Estados Unidos, de la diáspora venezolana y se ha visto desbordado por el masivo aumento de solicitudes de asilo de esta nacionalidad.
Se disparan las solicitudes de asilo
Ahora, aunque en números significativamente inferiores, el repentino incremento de solicitudes de asilo nicaragüenses ha encendido algunas alertas. A petición de DW, el Ministerio del Interior español reveló que, entre el 1 de enero y el 31 de agosto de este año, "un total de 313 ciudadanos nicaragüenses han solicitado asilo o protección internacional" en el país. Es diez veces más que en todo 2017, cuando únicamente hubo 31 casos de Nicaragua, según los datos de esa misma institución. Desde el Ministerio insisten en que se trata únicamente de un 1% del total de solicitudes. Lo cual no quita relevancia al salto numérico, que coincide con estos sangrientos meses en el país centroamericano. España empieza a ser una alternativa.
Por diferentes razones, entre las que destacan el idioma en común o la existencias de redes de apoyo de connacionales ya instalados allí, este país mediterráneo es el destino predilecto de migrantes y refugiados latinoamericanos. Este patrón se repite en el caso de los solicitantes de asilo nicaragüenses, según los datos de la oficina de estadística de la Unión Europea, Eurostat. Pero también en Alemania se ha notado, aunque de forma ínfima en comparación, este fenómeno de salida: la oficina federal responsable del asilo, BAMF, hizo público a raíz de una consulta de DW que, en esos mismos ocho primeros meses de 2018, el número de peticiones de este origen subió a 10, frente a una única que se registró en todo el año anterior. La BAMF no quiso evaluar si el cambio del contexto local en Nicaragua podría afectar a la resolución de dichas solicitudes y subrayó que los casos se evaluarán individualmente.
Luicy Pedroza, politóloga del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), cree que aún son necesarios más datos sobre estas personas para entender los factores que las impulsan a solicitar protección tan lejos de casa, aunque la razón última siempre sea la misma: "la desesperación de ver su vida en Nicaragua sin perspectivas en el contexto actual”. Eso sí, advierte de que esta alternativa "estará abierta a relativamente pocos nicaragüenses: quienes ya tengan algún familiar en esta región o lazos con personas residentes allí, y quienes puedan financiarse el trayecto”.
La odisea de solicitar asilo en Europa
El problema es que los sistemas de asilo europeos tampoco son un camino de rosas. Desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) critican que en 2017 este país rechazó dos de cada tres solicitudes de asilo. Un ejemplo: según los datos que maneja la organización, solo un 1% de los venezolanos que presentaron la solicitud recibieron algún tipo de protección. En opinión de su secretaria general, Estrella Galán, "nuestro país está fallando clamorosamente a miles de personas”. La entidad denuncia así el "colapso” del sistema. En este contexto, nada apunta a que las perspectivas nicaragüenses debieran ser más optimistas.
La experta en migraciones Pedroza tiene claro que "Europa tiene una deuda consigo misma, que es encontrar una solución decente y a la altura de sus propios valores con respecto a los solicitantes de asilo en el mundo”. En los últimos meses y años, el desafío migratorio ha puesto entre la espada y la pared a varios Gobiernos de la UE, entre ellos a la gran coalición que lidera Angela Merkel en Berlín.
En tanto, la crisis política en Nicaragua sigue sin ofrecer visos de arreglarse. Bruselas ha pedido a Managua el fin de la violencia desproporcionada contra los manifestantes y que acabe con el clima de "impunidad”. Mientras ello no ocurra, todo parece indicar que los nicaragüenses seguirán abandonando su patria en busca de seguridad. Y algunos de ellos llegarán a tierras europeas. Para esos casos, concluye Pedroza, "países como España, que tienen vínculos históricos y culturales fuertes con Nicaragua, harían bien en aplicar solidaridad en momentos como este”.
Autor: Enrique Anarte (ERS)
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