Negociaciones de paz: "Nadie huye de Yemen a Europa”
7 de diciembre de 2018Lo que comenzó como una guerra civil en Yemen hace cuatro años se ha convertido ahora en una guerra intervencionista, especialmente entre las potencias regionales de Arabia Saudí e Irán. Hasta el momento han muerto unas diez mil personas. Una hambruna amenaza a al menos la mitad de los 28 millones de habitantes. Hasta ahora, todas las conversaciones de paz entre el Gobierno yemení y los rebeldes hutíes han fracasado. Incluso, antes de las conversaciones que comenzaron este jueves en Estocolmo, las facciones beligerantes se habían excedido una vez más con demandas y amenazas.
Los observadores que han presenciado la situación en el lugar hablan de la mayor catástrofe humanitaria de los últimos tiempos. Uno de ellos es Karl-Otto Zentel, secretario general de la organización alemana de ayuda Care Deutschland.
DW: Sr. Zentel, ¿cuáles son las posibilidades de éxito de las conversaciones de paz sobre Yemen en la cita de Estocolmo?
Karl-Otto Zentel: Por primera vez desde 2016, las partes del conflicto han declarado su voluntad de entablar conversaciones. Solo eso es ya un primer logro. La paz siempre requiere un primer paso, y las partes implicadas se han negado repetidamente a hacerlo en los dos últimos años. Pero si estas conversaciones no conducen a una mejor atención de la gente en Yemen, entonces no fueron un éxito para la población.
¿Qué cree que sería necesario hacer para mitigar el sufrimiento de la gente?
Un alto al fuego es una prioridad para la población civil. Y luego, por supuesto, el acceso libre y sin trabas de la ayuda a todas las zonas, para que las personas que más la necesitan puedan obtenerla.
¿Cuál es el sufrimiento más grande que padece la gente?
Por un lado, el hambre. Yemen depende de las importaciones para el 90 por ciento de sus alimentos. Y cuando los puertos más importantes no son totalmente accesibles y la descarga de los barcos se ve obstaculizada por los combates, simplemente no pueden entrar al país los alimentos que se necesitan.
Además, está la expulsión de las ciudades: las familias huyen al campo, se alojan en lugares improvisados y quedan allí indefensas a merced del clima. He visto a muchos niños con eccema en la piel. El suministro de agua, que apenas funciona, causa cólera y otras enfermedades diarreicas. Debido al colapso del sistema de salud, casi no quedan vacunas. Por lo tanto, la poliomielitis y la difteria son cada vez más frecuentes. Y lo que a menudo se olvida: muchas personas con enfermedades crónicas, como la diabetes, o incluso con diagnósticos como el cáncer, ya no tienen posibilidades de sobrevivir. Los hospitales están superpoblados y no cuentan con un servicio adecuado. Una evacuación médica no es posible porque los aeropuertos están cerrados al tráfico civil.
¿Cómo evalúa usted el papel de las empresas de armas como Rheinmetall, que suministran material a las partes de la guerra civil?
Celebramos explícitamente el cese de las exportaciones de armas a Arabia Saudita. El hecho de que luego se supiera que solo sería válido por dos meses fue una decepción para nosotros. Se trata de una línea clara, y esa es la tarea de la política y no la de una sola empresa. Y hay que insistir: si hay paz en Yemen, ya no se necesitarán armas, así que este debe ser el objetivo final.
¿Qué tiene que hacer el Gobierno alemán en ese sentido?
Alemania debería respetar el acuerdo de coalición y ceñirse a lo que se comprometió: no exportar armamento a las partes activas del conflicto en Yemen. Para nosotros, estas son palabras bastante claras, y las excusas de que cualquier nueva licencia será examinada con mucho cuidado contradicen ese compromiso.
¿Se ha desvinculado la comunidad mundial del conflicto y la catástrofe no se percibe lo suficiente?
Creo que es, más bien, un problema de disposición. La ONU ha subrayado en repetidas ocasiones y con palabras drásticas que en Yemen ocurre actualmente la mayor catástrofe humanitaria del mundo. La foto en el New York Times de la chica hambrienta dio la vuelta al mundo hace poco. Se ha publicado un informe reciente en el que se afirma que 65.000 personas en el país padecen un hambre tan aguda que refleja las mismas características de una hambruna. Además, hay 20 millones de personas al borde del desastre. Uno se pregunta qué es lo que la comunidad internacional está esperando y qué es lo que queda por hacer para ejercer más presión. Sin embargo, nadie huye de Yemen a Europa, la mayoría de la gente busca seguridad en su propio país. Esto podría explicar hasta cierto punto la falta de interés mundial. Así podríamos definirlo.
¿Por qué la disposición de la gente a donar es mayor en casos de desastres naturales que en conflictos como los de Yemen?
Lo vemos todo el tiempo. Por un lado, las catástrofes naturales atraen la atención de los medios de comunicación, especialmente en los primeros días. La gente queda indefensa frente a la furia de la naturaleza y lo pierde todo. Al principio, la empatía es simplemente muy alta. En las guerras, la gente tiende a preguntarse "¿quién tiene la culpa?", "¿realmente llega mi donación?"
En el caso de conflictos complejos, guerras y situaciones de éxodo, incluso dentro del mismo país, las organizaciones de ayuda tienen que luchar una y otra vez para que se tome en cuenta el sufrimiento de la población civil. Y para que se respeten sus derechos humanos, porque ayudamos a aquellos que necesitan ayuda para sobrevivir, independientemente de banderas políticas y de afiliaciones.
(CT/RRR)