Uno de los proyectos ambientales más desafiantes de Argentina es sanear la cuenca Matanza-Riachuelo, una de las zonas más contaminadas del planeta. Efluentes industriales y cloacales van a parar a sus aguas. Tras años de disputas y cambios de gobierno, comenzaron las labores de limpieza y, en algunos tramos, vuelve a ser navegable. Pero los ajustes presupuestarios hacen peligrar el proyecto.