Nanotecnología contra infartos
22 de marzo de 2012Los vasos sanguíneos, normalmente, son suaves y lisos por dentro. Nada puede adherirse a ellos, y los glóbulos fluyen a través de ellos sin problemas. Así llevan rápidamente el oxígeno a las células musculares que lo necesitan. Y todo ello va bien, hasta que se da una inflamación en las paredes del vaso causada por ciertas proteínas, las llamadas “metaloproteínas de la matriz”, o MMP.
Las MMP pueden provocar al principio daños en la pared del vaso sanguíneo previamente intacto. Esto pone en movimiento a los glóbulos blancos, o leucocitos, que acuden a la herida para construir una capa de calcificación, las llamadas placas de ateroma. Y así se crea un círculo vicioso, según Michael Schäfers, de la Clínica Universitaria de Münster: “A causa de la infección acuden más leucocitos a la pared del vaso sanguíneo, y la placa se hace más gruesa. Esto también provoca que las células musculares fluyan hacia la zona inflamada y formen una capa. A continuación, las metaloproteínas de la matriz destruyen esta capa. La pared del vaso sanguíneo puede rasgarse, el vaso de obstruye y provoca un infarto cardíaco. Y si esto ocurre en un vaso sanguíneo que lleva riego al cerebro, puede provocar un derrame cerebral.”
Síntomas invisibles
Para poder predecir si alguien es más o menos propenso a sufrir esta dolencia en pocos años no basta con saber qué come, si hace ejercicio, cuánto pesa o si es fumador. Los médicos deben saber si ya existen en sus vasos sanguíneos inflamaciones peligrosas. Y para eso deben examinar el interior del cuerpo del paciente.
Con los métodos actuales ya se puede observar el interior del cuerpo humano. Por ejemplo, los médicos pueden examinar los conductos sanguíneos aplicando una solución de contraste radioactiva al paciente y tomando a continuación una tomografía computarizada. El aparato toma una imagen tridimensional de rayos X en la que se ven los conductos que se hicieron visibles durante el proceso gracias a la solución química. Así, si ya hay una inflamación en un vaso sanguíneo que puede provocar su estrechamiento, los médicos pueden reconocerlo y actuar en consecuencia. Pero no siempre una inflamación puede llevar a un estrechamiento de los vasos sanguíneos.
“La calcificación puede mantenerse ahí durante 20 años tras haberse dado una inflamación, aunque no esté activa. Por tanto, no basta para saber si hay un estrechamiento y si hay calcificación en él”, afirma Schäfers.
Nanopartículas, al rescate
La solución al problema se encuentra en la nanotecnología. Científicos han conseguido diseñar moléculas capaces de adherirse a las proteínas que desencadenan la inflamación. Estas moléculas se llaman “tracer” (“rastreadoras”), y pueden hacer visibles las inflamaciones en las tomografías computarizadas.
“Las moléculas ‘tracer', por ejemplo están cargadas con radioactividad o con un agente de color fluorescente" explica Schäfers. "Yo puedo extraer esta luz o radioactividad hacia fuera y medirla, y así el cuerpo se vuelve transparente para la composición molecular de ciertos órganos.”
En experimentos con ratones muertos ya se ha conseguido con este sistema hacer visibles en tres dimensiones inflamaciones ateroscleróticas en paredes de vasos sanguíneos. Si los científicos consiguen poner en práctica esta tecnología en seres humanos, podrán predecir en cada paciente de forma personal su riesgo de infarto cardíaco mediante la observación de sus metalproteínas de la matriz, causantes de las inflamaciones.
Grandes posibilidades
Además, esta tecnología ofrece también nuevas posibilidades de diagnóstico para otras enfermedades para las que un diagnóstico temprano es decisivo para el éxito del tratamiento, afirma el médico Andreas Jordan, pionero del uso clínico de la nanotecnología. Por ejemplo, con cáncer o con esclerosis múltiple, una inflamación del sistema nervioso central que sólo puede tratarse con una detección temprana, o si no puede llevar a la parálisis o incluso a la muerte.
“Esto nos lleva por el buen camino: si podemos detectar este tipo de enfermedades con tiempo, podemos desarrollar también conceptos terapéuticos específicos para ello.”
Autor: Fabian Schmidt / lab
Editor: Enrique López Magallón