México 2021: ¿el año de los perdones vacíos?
7 de mayo de 2021Tras venir anunciándolo desde hace dos años, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pidió disculpas esta semana en la península de Yucatán a los pueblos mayas por los abusos cometidos contra ellos en los cinco siglos transcurridos desde la conquista española. Las disculpas se dan justo a un mes de las elecciones legislativas y municipales más grandes de la historia de México.
No serán las únicas: habrá también una ceremonia de perdón para la comunidad China en México y otra para los Pueblos Originarios Yaquis de Sonora. El 28 de septiembre pasará además a ser oficialmente, junto con el día de la Consumación de la Independencia, también el Día del Perdón.
Pedir disculpas, pedir perdón a los pueblos originarios por la masacre generalizada y la casi erradicación de sus culturas y costumbres por parte de los gobiernos de España y de México es tan necesario como evidente. Sorprende que no se haya hecho mucho antes.
Aceptemos que ha tomado tiempo y que se hace ahora. Pero si ya se hace con retraso por lo menos que se haga bien, que sea una acción sincera y no solo palabras vacías en un gran teatro de debate falso en el que los pueblos originarios nuevamente queden al margen, olvidados y perdidos. Sería mucho más que solo una lástima, sería eternizar el racismo, la discriminación y el menosprecio.
No se logrará fomentar relaciones de confianza, y reafirmar la identidad nacional, que es el sentido de pedir perdón, si este reconocimiento oficial está enmarcado en una realidad de perpetuación de los errores del pasado.
El tajante "Señor presidente: ¡no aceptamos su perdón!” de líderes mayas casi al mismo tiempo que AMLO ofrecía sus disculpas el pasado 3 de mayo lo dice todo. Este rechazo no resulta sorprendente: de qué sirve pedir perdón por los agravios del pasado cuando, en el presente, la colonización de sus territorios persiste cada día con más violencia e intensidad; cuando con la imposición de grandes proyectos turísticos se les arrebata territorio y se destruyen sus selvas sagradas, cuando las concesiones para el cultivo de transgénicos e híbridos y el uso de pesticidas contaminan los mantos freáticos de los que se abastecen.
Pedir perdón tendría sentido si se repararan y compensaran los daños al pueblo maya hoy. Por eso, por el momento todo parece indicar que será un año conmemorativo agridulce en el que los perdones no solo llegan chueco y tarde, sino también incompletos por la ausencia de España y la Iglesia Católica.
En este año conmemorativo el gran océano entre España y México parece crecer. La brecha es tan grande que no es de esperarse un perdón para 2021 de parte de España, que fue excluida oficialmente por el gobierno de AMLO de los festejos.
AMLO envió en marzo de 2019 sendas cartas al Rey de España y al Papa Francisco para que reconocieran las matanzas e imposiciones a espada y cruz durante la conquista y pidieran, junto con él, perdón a los pueblos originarios.
La polémica estalló. Mientras que España rechazó categóricamente reaccionar a esta demanda, la Iglesia Católica se limitó a indicar rápidamente que Francisco, el primer Papa latinoamericano de la historia, había reconocido ya en julio de 2015, en su viaje a Bolivia, los muchos y graves pecados cometidos contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios.
Sin duda los españoles tienen pendiente hacer el urgente examen de conciencia sobre todas las atrocidades que cometieron no solo en México. También a la Iglesia Católica le debe quedar claro que un corto perdón por las ofensas y los crímenes contra los pueblos originarios durante la "conquista de América” no es suficiente.
Es evidente que el México de hoy no existiría sin la llegada de los españoles cruz en mano hace cinco siglos. Igual de indiscutible es que España y la Iglesia Católica no serían lo que son sin haber estado en México y el resto de Latinoamérica.
¿Si este 2021 no es un buen año para pedir perdón y reaccionar en consecuencia, entonces cuándo? México, España y la Iglesia Católica no deberían desperdiciar la oportunidad para conocer mejor, aceptar y asimilar juntos ese pasado tan trágico como mágico. Sería importante no esperar doscientos o quinientos años más para que se den acciones sinceras y concretas, más allá de las palabras.