La lucha de las mujeres sirias
28 de diciembre de 2015Nora tiene a su hijo en brazos mientras recuerda la última vez que vio a su marido. La joven de 22 años huyó del campo de refugiados palestino de Jarmuk, situado en el sur de Damasco. Entre tanto, del campo quedan sólo escombros. Su esposo se despidió de ella y de su hijo para ir a su tienda. “Era peligroso el camino al trabajo“, cuenta Nora, pues tenía que pasar tres controles de seguridad.
“Sé que se lo llevaron“, dice, aludiendo a simpatizantes del régimen del presidente Bashar Al Assad. “Deben haber sido ellos porque prometió volver“, dice Nora en conversación con DW. El marido de Nora desapareció el 24 de junio de 2013, un mes antes de que militares sirios comenzaran con la ocupación de Jarmuk. El régimen aisló a miles de civiles y los dejó que murieran de hambre. Durante dos años Nora ha huido de un campo a otro. Ahora vive en el campo palestino de Chatila, en el sur de Beirut. La mujer palestina tiene que luchar con sus propios recursos. Según la organización de la ONU para los refugiados, ACNUR, una de cada cuatro mujeres sirias tiene que arreglárselas sin apoyo alguno tras la muerte de sus maridos.
Discriminación en el trabajo
Randa Haddad trabaja para la organización no gubernamental Najdej, que ayuda a mujeres palestinas en el Líbano. Precisamente aquí en donde muchas mujeres sirias buscan refugio, son molestadas y acosadas sexualmente. “Muchas de ellas se ven obligadas a trabajar por primera vez“, afirma Haddad.
Según la trabajadora social, si el empleador se entera de que una mujer no tiene marido, puede suceder que la presione o la extorsione para obtener favores sexuales. Cuando llegó a Líbano, Nora trabajó en una fábrica de yogurt y queso. Tuvo que renunciar al poco tiempo, por temor a sus colegas. “Todos me miraban, me parecía que en cualquier momento me podían atacar“. Muchas mujeres cuentan que tienen marido, a veces eso es una protección.
Buena parte de las mujeres sirias que se encuentran en el Líbano no tienen documentos en regla. Los requisitos para obtener una visa son muy estrictos y a veces imposibles de cumplir. Además, algunas mujeres que tienen que trabajar creen que podrían perder su femineidad, lo que les provoca ansiedad. A eso se suma la falta de alimentos, y atender a los hijos es prioritario.
Trabajo y matrimonio infantil
En algunas regiones la solucion es el matrimonio prematuro de sus hijas. “Sobre todo en las zonas más pobres o marcadas por la guerra“, dice Roula El Masri, de la organización libanesa ABAAD.
Pero no todas las mujeres creen en eso. La palestina Umm Nada llegó de Siria con sus tres hijas a Chatila. Su hijo mayor desapareció y en los últimos dos años ha rechazado quince propuestas matrimoniales a su hija de quince años. “No la voy a dar“, dice Umm Nada, que trabaja haciendo la limpieza en la oficina de una organización no gubernamental. No todas las mujeres son fuertes como ella, muchas acaban prostituyéndose. Umm Nada se mira las manos, su anillo de bodas lo vendió para comprar comida. Cuenta sobre su hijo y su marido cuando vivían en Jarmuk. “Los extraño“, dice. “Sin mi marido me siento vacía“. Pero aún así por sus hijas sale adelante. Es padre, madre y su mejor amiga.