Muere un gigante
13 de junio de 2002La muerte ya había sido anunciada y el país era testigo de la agonía del enfermo. Ya nadie creía que el imperio de Leo Kirch se salvara ni siquiera en pedazos. Columna tras columna se fue derrumbando debido a la falta de una base sólida.
Desde hace años la empresa de Leo Kirch sobrevivía gracias a la inyección de créditos millonarios, que los acreedores le otorgaban en base a pronósticos sobre ingresos por venta de publicidad y por derechos de transmisión. Garantías aceptadas por los banqueros, pero no así por las leyes del mercado. La mala coyuntura económica y la escasa demanda hicieron que la montaña de deudas del gigante creciera hasta los 6.500 millones de euros.
Quiebra de un temerario soñador
El derrumbe comenzó en el 2001, pero la idea estaba condenada al fracaso desde su inicio en 1998. Leo Kirch intentó introducir en Alemania la televisión de paga, un producto superfluo en un país donde la oferta de la televisión de derecho público tiene una gran calidad y diversidad, tiene un bajo costo -impuestos- y pocos comerciales.
El empresario muniqués inició su imperio con buena estrella en la década de los cincuenta, con la compra -venta de películas. Compraba y revendía los derechos de transmisión de películas exitosas europeas, posteriormente hizo lo mismo, pero a gran escala, con los derechos de transmisión de Hollywood.
Luego se lanzó como empresario. Levantó una cadena de canales financiados por publicadad, que le abrían al mismo tiempo la posibilidad de publicitar sus propios productos. Sat1, Pro7, Kabel1, por nombrar sólo algunos. Kirch comenzó a levantar su imperio, cuando el negocio funcionaba.
Una mala apuesta lo quebró
Fue entonces cuando cometió su mayor error al apostar por la televisión de paga, Premiere World. En Alemania el usuario paga cuotas por recibir televisión por cable, como si fuera el servicio telefónico. Kirsch se equivocó al creer que el público alemán estaría dispuesto a pagar una cantidad extra por ver los partidos de futbol desde otra perspectiva. La inversión fue millonaria y los clientes nunca se apuntaron. Desde 1998, la deficitaria Premiere World se convirtió en un pozo sin fondo que arrasó con todo el imperio.
Pero el magnate aún tenía aliados dispuestos a financiar sus proyectos. En primer lugar el Bayerische Landesbank de Baviera, área de influencia del ahora candidato a canciller Edmund Stoiber.
Abandonado a su suerte
En el 2001, el valor de las acciones de Kirch en bolsa cayó en picada en un momento de debilidad económica. Cayó la valoración de la empresa y la solvencia del Grupo Kirch. Los ingresos se redujeron drásticamente. Los bancos antes tan dispendiosos, empezaron a exigir su dinero.
Lo mismo ocurrió con sus antigüos socios; el magnate australiano Rupert Murdoch y el consorcio alemán multimedia Springer, demandaron la liquidación de sus participaciones en el grupo.
La globalización del mercado
Desde diciembre del año pasado se oyen rumores sobre buitres al acecho. Supuestamente Murdoch y su amigo italiano Silvio Berlusconi, aprovecharán la oportunidad para poner pie en el mercado alemán. También interesados están bancos alemanes en alianza con capitales estadounidenses. No se sabe en que manos acabarán los restos del grupo, pero la única certidumbre es que no será exclusivamente de alemanes.