Moscú: el nuevo socio menor de Washington
26 de mayo de 2002A veces son los pequeños gestos los que dicen mucho sobre la política. Los presidentes de Rusia y Estados Unidos se prodigaron elogios mutuamente ya en los días previos a la visita de Bush.
Todo el mundo sabe que tras el término de la guerra fría sólo queda una superpotencia: Estados Unidos. Aún así, los gobernantes ruso y estadounidense firman un acuerdo de desarme, casi entre iguales. También en ese punto Bush hizo una concesión ante Putin. Igualmente significativo resulta el hecho de que el jefe de Estado norteamericano permanezca tres días completos en Rusia.
Ciertamente, el recelo de décadas entre Washington y Moscú no podrá eliminarse de la noche a la mañana. Sin embargo, ambas partes hacen notorios esfuerzos por mejorar las relaciones bilaterales.
Después de los atentados del 11 de septiembre, Putin apoyó incondicionalmente a Estados Unidos; algo que Bush destacó expresamente en el discurso que pronunció ante el parlamento alemán. Y que tiene ocasión de agradecer a Moscú, no sólo con palabras: la colaboración entre Rusia y la OTAN se plasmará ahora en el "consejo de los 20", en el que los rusos podrán sentarse a la mesa en igualdad de condiciones con los socios de la OTAN.
Todo esto alimenta en los europeos cierta preocupación ante la posibilidad de que el estrechamiento de los vínculos ruso-estadounidenses llegara a debilitar la alianza defensiva occidental. Una cosa es cierta: en la lucha contra el terrorismo, en ocasiones Moscú apoyó a Washington más que uno que otro país de la OTAN.
Beneficios para Europa
Pero no sólo Estados Unidos, sino también Europa se beneficia de la nueva política exterior rusa. Muchos países europeos dependen del suministro de gas natural de Siberia. Y en diversas capitales del viejo continente ya se elucubra sobre una "alianza energética" con Rusia.
Europeos y estadounidenses están igualmente interesados en una Rusia estable y próspera. Es la situación política interna la que determina la nueva política de Moscú de acercamiento a occidente. Putin desea pasar a la historia como un gran modernizador. Y el sector económico de su país necesita know-how e inversiones. El Kremlin no se puede dar el lujo de seguir una línea confrontacional como en los tiempos de la Unión Soviética.
Pragmatismo en el Kremlin
Cuando Moscú contradice la política exterior de Washington, como en el tema de Irán e Irak, el trasfondo es generalmente que están en juego intereses económicos rusos en esa región. Dado que, a fin de cuentas, Rusia no tiene contrapeso que oponer a la superpotencia estadounidense en el concierto internacional, Putin se conforma con el papel de socio menor de Estados Unidos. Eso da muestras del nuevo realismo imperante en el Kremlin.
Entre los "perdedores" de la nueva orientación de la política exterior rusa figura Pekín, cuyo intento de construir junto a Moscú un contrapeso estratégico a Washington a todas luces ha fracasado definitivamente. Y también la población civil de Chechenia se cuenta entre ellos: desde el 11 de septiembre pasado, ni Bush ni otros estadistas occidentales osan criticar a Rusia por su brutal proceder en el Cáucaso.