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Morir por un buen artículo

3 de mayo de 2004

Ninguna historia es más valiosa que la vida. Pero la libertad de opinión es más valiosa que todo. Conscientes o no de los peligros, hay periodistas que en la carrera por la verdad, caen víctimas de las armas.

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Christian Liebig, periodista alemán muerto en las puertas de Bagdad.Imagen: AP

Christian Liebig era una persona cautelosa. Como uno de los 600 periodistas "incrustados", este reportero de la revista alemana Focus acompañaba a la tercera división de infantería de los aliados. Liebig y el periodista español de El Mundo, Julio Anguita Parrado, murieron ayer a 15 kilómetros al sur de Bagdad.

Mientras los lectores estaban leyendo los últimos relatos de la guerra enviados por Liebig y Anguita, los mismos reporteros caían víctimas de un misil iraquí. Ni la cautela, ni el chaleco antibalas que decían llevar día y noche les sirvieron.

"No quieren que el mundo vea los crímenes"

Este 8 de abril, en las primeras horas de la mañana, cuando el camarógrafo, Tarek Ayoub, de la cadena televisiva qatarí Al Yasira en Bagdad, editaba su primer informe del día "fue asesinado por una bomba estadounidense que dejó en llamas las oficinas de la estación", dijo el canal. El periodista fue declarado en varios países "mártir de la causa árabe". "Nos convertimos en un blanco porque los estadounidenses no quieren que el mundo vea los crímenes que están cometiendo contra el pueblo iraquí", dijo un comentarista en la televisón árabe.

Poco después, en el décimoquinto piso del Hotel Palestina, refugio de los reporteros internacionales, el camarógrafo de la agencia Reuters de noticias, Taras Protsyuk, un ucraniano de 35 años, y un camarógrafo del canal español Tele5, fueron muertos por una descarga de un tanque estadounidense. El general estadounidense Buford Blount, comandante de la 3ra. División de Infantería dice haber respondido al "fuego de francotiradores iraquíes apostados en el hotel". Otros periodistas, una joven libanesa y un fotógrafo iraquí, resultaron heridos en la explosión.

Cámaras versus armas

El corresponsal de Sky, David Chater, que estaba en el balcón del hotel momentos antes de la explosión, dijo que las tropas estadounidenses debían saber que ese hotel lo utilizaban los medios de información extranjeros. "Noté que uno de los tanques apuntó su cañón al edificio. En ningún momento escuché ningún disparo desde el hotel", agregó. Esta versión ha sido confirmada por la BBC y diferentes periodistas que filmaron el ataque.

Verletzter Journalist in Bagdad
Imagen: AP

"Tienen que habernos visto, nos han visto, nosotros los vimos a ellos... no hubo absolutamente ningún error, sabían que estábamos allí", aseveró Chater. "Ese proyectil se dirigió directamente a este hotel y directamente a los periodistas. No fue un accidente, fue un disparo muy preciso", concluyó.

¿Vale la pena morir por el periodismo?

Según la edición alemana de la organización independiente Reporteros sin Fronteras (RSF), Desde el inicio de la segunda guerra contra Irak han muerto, por lo menos, 10 periodistas, aún hay 2 desaparecidos y una docena han resultado heridos.

"No hay nada que pueda reparar la pérdida de un compañero. Nos aferramos a la idea de que Julio vivió la vida que él quiso tener. Pocas veces he visto a un compañero desear cubrir tanto un conflicto", ha dicho el director del diario El Mundo.

La prensa en la mira

En estos tiempos de guerra, la inmunidad del periodista parece ser cada vez menos respetada. Su misión se confunde hoy más con la de un combatiente o la de un espía, cuando no se le toma simplemente como blanco fácil de agresiones físicas y de expoliación. La táctica de los periodistas "incrustados" refuerza este temor.

El periodista es, ante todo, un asalariado como cualquier otro, - con esposa, esposo, hijos, familiares, amigos y colegas - . ¿Cuáles son las medidas de protección que ofrecen los medios de comunicación a sus reporteros?

¿Guerra es guerra?

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La Convenion de Ginebra parece no tener la suficiente capacidad de frenar abusos y "errores", la Asociación francesa de Defensa de la Libertad de prensa en el mundo Reporteros Sin Fronteras (RSF), propuso un proyecto para la constitución de una "Carta de compromisos de la seguridad de los reporteros en zonas de conflicto".

Este documento, con un valor más moral que jurídico, según precisa Robert Menard, secretario general de RSF, trata de fijar compromisos básicos que deberán respetar - tanto los medios de comunicación como los propios periodistas - para garantizar la seguridad de aquellos reporteros llamados a cumplir misiones peligrosas. Una garantía que debe darse por igual a periodistas de planta, como a los independientes o free lance .

Sangrientos antecedentes

El 11 de noviembre del 2001 Johanne Sutton, colaboradora de Radio France Internacional (RFI), Pierre Billaud, de la radio RTL de Paris y Volker Handloik, de la revista alemana Stern, murieron en Afganistán a manos de talibanes. Según RSF, los reporteros fueron víctimas de una confusión, pues "cometieron el error" de desplazarse en un tanque de guerra utilizado por las Fuerzas del Norte (de oposición).

Blancos útiles de los combatientes

El 19 de noviembre, Maria Grazia Cutuli, enviada especial de Corriere della Sera, así como Julio Fuentes, del diario español El Mundo, Azizullah Haidari, de la agencia Reuters y Harry Burton, de Reuters Video News, murieron también en Afganistán, esta vez a manos de bandas de atracadores cuyo fin era robarles sus equipos. Según Robert Menard, el caso de María Grazia Cutili es el más revelador, pues la reportera fue enviada sin ningún seguro de vida, pese a que representaba a uno de los más grandes periódicos italianos.

Entre 1992 y el 2001, 243 reporteros han muerto en zonas de conflicto, de los cuales, 67 lo fueron accidentalmente (tiro de mortero, minas antipersonales o bombardeos), y 176 de forma deliberada, es decir, fueron asesinados pese a su identificación como periodistas acreditados. Reporteros sin Fronteras pone de manifiesto otra forma de fragilidad: "Los reporteros europeos o americanos suelen desplazarse con importantes sumas de dinero en efectivo por países generalmente afectados por la miseria. Esto los convierte en blancos fáciles de grupos de delincuencia común".

Christian Liebig, el redactor alemán que muriera este 7 de abril, escribió su último artículo a tres metros del saco de plástico en donde yacía el cuerpo de un soldado estadounidense. Su última frase: "Ninguna historia es tan valiosa que haya que morir por ella".