Microcréditos en Honduras: “¿recuerda el huracán Mitch?”
15 de julio de 2009“¿Recuerda el huracán Mitch?”, dice a DW-WORLD Chantal Lobert, presidenta de la Asociación Internacional para el Microcrédito. El que se conoce como el peor huracán en la historia del Caribe dejó en 1998 un saldo de unos 11.000 muertos y a los países afectados- mayormente Honduras y Nicaragua- entre la miseria y la desesperación. La ayuda al desarrollo internacional se enfocó en ese entonces hacia América Central.
Una década después, la economía hondureña no acaba de remontar y aunque las causas de ello no radican sólo en las catástrofes naturales, Mitch transfiguró con violencia la economía y la vida del país centroamericano. Ahora, la crisis financiera internacional afecta al país exportador de café y textiles; la crisis política la devuelve a los titulares.
Antes las sanciones económicas
Las sanciones económicas internacionales y el cierre del grifo crediticio debidos al golpe de Estado que sacó del país al controvertido presidente Manuel Zelaya –mediante el uso de la fuerza militar- harán que el país deje de percibir unos 200 millones de dólares en créditos. Así lo informó a agencias la ministra interina de Finanzas, Gabriela Núñez. Aunque según datos del Banco Mundial, Honduras ha mostrado en la última década tendencias favorables, el 59,2 por ciento de su población –que roza los ocho millones- vive bajo la línea de la pobreza y un 36,2 por ciento de la población en la extrema pobreza.
A ese sector de la población se enfoca el trabajo de la asociación que dirige Chantal Lobert, quien a la vez representa ante la Unión Europea a World Association of Women Entrepreneurs, una organización que aglutina a mujeres empresarias de todo el mundo. “80 por ciento de los créditos se los concedemos a mujeres”, cuenta Lobert. En Honduras, como en varios de los países en donde su asociación está activa, es alto el porcentaje de mujeres con hijos y sin marido.
“Para máquinas moledoras de trigo; para un telar; para la construcción de una tienda para abastecer el pueblo” se conceden los microcréditos. El plazo para pagarlos son dos años, si se trata de maquinaria, a un interés del dos por ciento. El dinero proviene de bolsillos privados y de empresarios que comparten la idea de que creando “bienestar se aporta a la disminución de la violencia”.
Ni banco ni institución
Aunque Lobert subraya el carácter privado de la asociación que dirige, “no somos un banco ni una institución”, esta asociación europea –activa también en Zambia, la República del Congo y Burundi- trabaja con organizaciones no gubernamentales en el país contraparte. “Lo importante para nosotros es la transparencia; por eso monitoreamos los proyectos. Si los resultados han sido buenos, volvemos a reinyectar el dinero en la cooperativa”, explica. Ésta es una de las condiciones para recibir los préstamos: que se hayan organizado unas 10 o 15 mujeres en una cooperativa. Una comunidad de tejedoras, por ejemplo, compró maquinaria y después de cinco años ya era independiente.
La gente paga sus créditos
Por el lado financiero, “la experiencia ha sido buena; la gente paga sus créditos”, añade. “Nuestro objetivo final es que estas empresarias al final puedan recibir un crédito bancario, que sean independientes, que tengan su dignidad y su propio dinero, que no tengan que trabajar para pagar los intereses”, explica esta exitosa empresaria, quien asevera creer profundamente en la economía social.
Si la presente crisis afecta a los proyectos con los que ellos trabajan en Honduras, está por verse. “No trabajamos a nivel político”, concluye Lobert y añade: “nos interesan la gente, sus problemas y sus proyectos”. Por eso, con respecto a la situación actual de Honduras, prefiere no pronunciarse.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas-Sasse