MH17: falta de respeto
13 de octubre de 2015Más de un año necesitaron los expertos para recoger los restos del avión caído sobre el este de Ucrania, transportarlos a los Países Bajos y analizarlos. La autoridad neerlandesa quiso trabajar lo más exactamente posible, para que su informe no pudiera ser puesto en duda por nadie. Llevó demasiado tiempo, dicen los familiares de las víctimas, que aún esperan respuestas a las preguntas centrales.
Una de las conclusiones más importantes para el futuro es que los países en los que tengan lugar conflictos bélicos deben asumir la responsabilidad sobre su espacio aéreo. Ucrania estimaba que el espacio aéreo a grandes alturas, por el que vuelan los aviones comerciales, no era peligroso, tampoco después de que algunos jets propios fueran abatidos. El 17 de julio del año pasado, 160 aeronaves comerciales utilizaron el mismo corredor que el MH17. Otras tres volaban cerca del avión de Malaysian Airlnes. Todas podían haber sido blancos del mortal misil.
Crítica es la situación actualmente en el espacio aéreo sobre Siria y partes de Irak. También en esa región vuelan aviones comerciales a gran altura. Ese espacio aéreo debería ser clausurado para la aviación civil. Si los países en cuestión no lo hacen, lo deberían hacer las autoridades de control de vuelo o las propias aerolíneas. Donde hay guerra, el espacio aéreo, también el de gran altura, debería ser clausurado. Esa es la amarga lección del vuelo MH17.
Claro está también, según las conclusiones de los expertos neerlandeses, que el desastre fue causado por un misil ruso Buk. También constataron que el misil partió de una parte del este de Ucrania en manos de los separatistas prorrusos en julio pasado. Lo que no está claro es: ¿quién se hallaba concretamente en la región, quién dio la orden de fuego? Mucho indica que se trata de un grupo prorruso.
El Gobierno de Moscú sigue negando estar relacionado con la catástrofe. Seguramente Putin no dio personalmente la orden. Pero sigue haciendo como si no tuviera nada que ver con la situación en el este de Ucrania. Eso, a pesar de que quiere ser tomado como un importante actor a nivel internacional. Se saca fotos con tigres y osos, pero se muestra cobarde a la hora de asumir responsabilidades por sus decisiones políticas y militares.
Fueron sus armas en manos de los rebeldes por él apoyados –si bien esto último no está probado, hay muchos indicios de que es así– las que provocaron la catástrofe. El presidente ruso debería demostrar que es valiente y reconocer que el año pasado se cometió un terrorífico error en el este de Ucrania. Eso le haría ganar un cierto respeto, que él mismo reclama para sí.