Merkel y Brown piden cambios estructurales y un nuevo FMI
31 de octubre de 2008A la Comunidad Económica Europea, que entró en vigor en 1958, los británicos contrapusieron en 1960 la Asociación Europea de Libre Comercio. El proyecto de acercarse sin tocarse nunca llegó a tener éxito. En 1973, superado el bloqueo galo, el Reino Unido abandonó su “otra vía” para andar el camino común hasta la actual Unión Europea.
35 años después, Gran Bretaña es Europa pero con excepciones. En cada tratado comunitario se asegura alguna cláusula. El euro sigue siendo en la isla moneda foránea. Y como conducen por la izquierda, miden en millas y pesan en libras, los europeos se han ido acostumbrado a la idea de que, más allá del Canal de la Mancha, las cosas siguen su propia lógica.
Cuando en la Cumbre del G-8 en Heiligendamm la anfitriona Angela Merkel, por aquel entonces, junio de 2007, presidenta de turno de la UE además de canciller de Alemania, quiso incluir la necesidad de regular los mercados financieros en la agenda del encuentro, el Reino Unido mostró de nulo a poco interés por dejar que se le dictaran normas a su sistema.
Ahora, a finales de octubre de 2008, el mundo de las finanzas es otro, o los ojos que lo miran lo ven con diferente perspectiva. Los bancos británicos han sufrido duros golpes y Gordon Brown se ha convertido, cual calcetín que se da la vuelta, en impulsor de la unidad. El premier fue una de las figuras claves en los debates sobre el proceder comunitario ante la crisis financiera, y ahora impulsa junto a Merkel la batalla por las reformas.
La canciller, que parece sentirse a gusto haciendo frente con Brown, aseguró a la reina Isabel II en audiencia privada que se “alegra mucho de que Gran Bretaña sea miembro de la UE”.
Por un nuevo FMI
Si para los movimientos políticos que con vistas al próximo encuentro del G-20 en Washington hubiera que buscar un eslogan, éste sería sin duda: “un problema global hay que resolverlo globalmente”. La frase es la más repetida de las últimas semanas y, por supuesto, tanto Brown como Merkel volvieron a pronunciarla en su corto encuentro del jueves en Downing Street.
Y para solucionar globalmente las dificultades globales se necesitan, vieja moraleja extraída de la II Guerra Mundial, instituciones internacionales. En el caso de la crisis financiera resulta que el organismo regulador ya existe: el Fondo Monetario Internacional.
Relegado a la función de “educador económico de los países en desarrollo”, otros dirían a brazo armado del neoliberalismo, poco se ha visto del papel de vigilante de los sistemas financieros mundiales que supuestamente debía ejercer. Para poder llevar a cabo esta tarea, sin embargo, el FMI necesitaría más medios, es decir, más dinero, ergo, más influencia de países que no se llamen Estados Unidos.
La crisis financiera podría por tanto cerrar el círculo de una de las discusiones más viejas en torno al FMI. Tanto Merkel como Brown piden más implicación a los países en desarrollo para solucionar esta crisis, y esperan sobre todo de China y los Estados árabes un aumento de sus aportaciones al Fondo y apoyo para convertirlo en esa instancia encargada de “regular”, “controlar” y “hacer transparentes” los mercados. A cambio habrá que compartir la voz y el voto.
Esperando al 14 de noviembre
Así, Merkel y Brown quieren acudir dentro de dos semanas a Washington con una postura común bajo el brazo y ésta se distancia de la propuesta del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de hacer frente a la crisis nacionalizando sectores clave de la economía europea. Prioritario es, según los jefes de Gobierno, reformar del sistema financiero, instituir el nuevo papel del FMI y repartir responsabilidades: lo dijo la canciller ante sus colegas asiáticos en la pasada cumbre del ASEM y lo ha vuelto a repetir junto al premier en Londres.
Y mientras Merkel y Brown esperan a que llegue el 14 de noviembre y el encuentro en torno al que giran todas las reuniones, la realidad sigue su curso. La canciller volvió a apelar desde la isla a los bancos germanos para que acepten sin titubeos el dinero que su Gobierno les ofrece, y admiró con Brown la última bajada del desempleo en Alemania. Aunque los expertos aseguran que la cifra no tiene gran significado, menos mal que aún quedan buenas nuevas.