Merkel expresa las palabras correctas en Auschwitz
6 de diciembre de 2019Desde hace algunos años, hay voces cada vez más fuertes Alemania que piden olvidar lo pasado y dejar, al fin, de ocuparse de la culpa de Alemania en el sufrimiento ocasionado en el nacionalsocialismo.
Al mismo tiempo, los crímenes de odio contra ciudadanas y ciudadanos judíos están aumentando. Ambas cosas están relacionadas. Hace dos meses, dos personas fueron asesinadas por un extremista de derecha que quería asaltar una sinagoga en Halle (Saale) en la que se celebraba la más importante festividad judía.
Al final, fueron circunstancias afortunadas las que impidieron un baño de sangre. De nuevo judíos en Alemania temen por sus vidas. ¡Esa es la terrible verdad!
Encaja con la personalidad pragmática y sobria de la Canciller, que su primera visita al campo de exterminio alemán se efectuara por invitación de la Fundación Auschwitz-Birkenau, que trabaja por la preservación del monumento. En consecuencia, el discurso de Merkel siguió el principio rector de que la memoria y la especial responsabilidad de Alemania no tienen fin. La historia tiene que ser contada: "una y otra vez". "Auschwitz era un campo de exterminio alemán". Esta responsabilidad siempre será parte de la identidad nacional y nunca terminará.
Solidaridad con el pueblo judío
Cualquiera que haya estado en Auschwitz sospecha lo difícil que es para un jefe de gobierno alemán encontrar las palabras justas allí. Angela Merkel las encontró, sin quedarse paralizada por la culpa y el silencio.
Ella extrae del pasado claras opciones de acción para el presente. Merkel dijo que no es simple retórica advertir sobre nuevos delitos de intolerancia en la actualidad. Hoy hay, de nuevo, racismo y crímenes de odio. El antisemitismo amenaza actualmente la vida judía en Alemania y en Europa. Y Auschwitz nos obliga a todos y cada uno a proteger la dignidad de nuestros vecinos. "Nunca debemos olvidar, nunca puede haber un borrón y cuenta nueva, nunca se debe minimizar".
Angela Merkel lleva 14 años en el cargo y su consciente solidaridad con el judaísmo y el recuerdo admonitorio de las atrocidades nazis son una parte integral de su gobierno. Merkel ha visitado cinco veces el monumento israelí conmemorativo del Holocausto Yad Vashem. En 2009 visitó con el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el campo de concentración de Buchenwald; en 2013 visitó el campo de concentración de Dachau junto con sobrevivientes. Y en 2015 regresó, con motivo del 70 aniversario de la liberación de ese campo de concentración.
Ahora, como canciller, fue a Auschwitz, por primera vez: este campo de concentración, que, como ningún otro lugar, simboliza los crímenes de los nacionalsocialistas, se considera una metáfora del masivo asesinato industrial. Más de un millón de personas fueron asesinadas allí.
Es inquietante y vergonzoso que lo tenga decir yo como ciudadana alemana: desde la fundación de la República Federal de Alemania, nunca antes fue tan importante que la canciller fuera justamente a Auschwitz. Ahora, en tiempos en los que el antisemitismo y el racismo en los parlamentos alemanes se están tolerando nuevamente, y los judíos en las calles y sinagogas alemanas vuelven a temer sus vidas.
(jov/er)
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