Merkel en China
21 de mayo de 2006Antes del comienzo de su estadía en Pekín, que comienza el domingo (21.5.), la canciller federal alemana seguramente se habrá preguntado qué papel debe desempeñar el tema de los derechos humanos.
Si permanece fiel a la posición crítica que tuvo en relación con la política de su antecesor, Gerhard Schröder, con respecto a China, no podría evadir la cuestión.
Qué recriminar a China hay bastante: de acuerdo con Amnistía Internacional, en 2005 fueron ejecutados en China 1770 seres humanos.
La organización "Reporteros sin Fronteras" dijo antes de la partida de Merkel que China es la mayor cárcel del mundo para periodistas y usuarios de Internet y pidió a la canciller que interviniera a favor de los encarcelados.
El riesgo es pequeño
Se sabe que la canciller puede expresarse muy amablemente, pero sin apartarse un ápice de su objetivo. Por ello es de esperar que Merkel toque sin ambages el tema de los derechos humanos en China. No obstante, sólo eso no supondría una nueva política de Alemania con respecto a China.
Aún cuando Schröder siempre le hizo la corte a la dirigencia china y despolitizó las cuestiones de derechos humanos a través del "diálogo sobre el Estado de derecho", nunca faltaron críticas a China desde filas de la coalición roji-verde. El ministro de RREE Joschka Fischer, por ejemplo, no hesitó en impartirle una lección a su homólogo chino ante las cámaras de televisión.
Pero todo ello no causó mayor revuelo en China. "Antes, las elites dirigentes chinas no conocían casi las reglas de juego de la democracia occidental y por ello las críticas a la política de derechos humanos desataban regularmente hiperreacciones entre los principales políticos", dice Gu Xuewu, profesor de Política de Asia Oriental de la Universidad del Ruhr, Bochum. Pero en el ínterin han reconocido que el tema de los derechos humanos no es más que un ejercicio retórico de los políticos de la UE.
La política económica como política exterior
Incluso si Merkel pone énfasis en las violaciones de los derechos humanos en China, ello no afectará esencialmente las relaciones bilaterales. Desde el fin del conflicto Este-Oeste, la ampliación de las relaciones económicas ha sido uno de los componentes esenciales de la política de Alemania con respecto a China. Esa política fue seguida, si bien con un breve corte luego de la sangrienta represión del movimiento estudiantil de protesta en 1989, consecuentemente y con creciente pragmatismo.
Fue el canciller federal Helmut Kohl el primer jefe de Gobierno occidental en viajar a China, en 1993, luego de la masacre de Tiananmen. Schröder no hizo otra cosa que continuar con la promoción de la "Alemania S.A." con redoblado entusiasmo. También Merkel viaja con el ministro de Economía y un grupo de gerentes generales. Como Alemania y la UE, desde el punto de vista de la seguridad en el área Asia-Pacífico desempeñan sólo un papel secundario, la "cooperación económica" seguirá seguramente dando la tónica.
Excelentes relaciones
Ningún otro país occidental mantiene actualmente tan buenas relaciones con China como Alemania. Ello se manifiesta en primer lugar en las imponentes cifras del intercambio comercial. China, por su parte, ve en Alemania un amigo y el más importante socio comercial en Europa. Ello no será modificado por los acentos políticos que pueda poner Merkel.
"Merkel estaría dispuesta a sacrificar las buenas relaciones con China a favor de la UE o los EEUU si ello fuera estratégicamente imprescindible", dice Gu. "Pero ese escenario es poco realista. No existen indicios de que Merkel quiera iniciar un cambio de rumbo en la política de Alemania con respecto a China", agrega.
Ya como canciller designada, Merkel había asegurado al presidente chino Hu Jintao su deseo de continuar con la política de su antecesor con respecto a China. El ministro de RREE, Frank-Walter Steinmeier estuvo en febrero en Pekín y prometió también en esa oportunidad continuidad.
La democracia como garantía de estabilidad
Las razones de ello son evidentes: el acelerado crecimiento económico de China y su consecuente peso político son un enorme desafío para otros Estados.
La política de los EEUU con respecto a China oscila entre contención y cooperación. Una tarea de la UE podría ser alentar a China, a través de una política de integración, a asumir un papel responsable en la comunidad mundial. Una política dirigida sólo a la contención podría, por el contrario, inducir a China a riesgosas acciones en solitario.
No solamente expertos occidentales creen que sólo el fomento de una transformación democrática puede coadyuvar a la estabilidad en China y el Este de Asia. "En lo que se refiere a los derechos humanos, hasta algunos altos dirigentes chinos consentirán seguramente en secreto que Occidente tiene razón", dice el profesor Gu Xuewu. Y agrega: "Pero no quiere reconocerlo públicamente. Se trata de una cuestión de orgullo".