Mensaje de esperanza en Milán
12 de diciembre de 2003Hace seis años 38 países, entre ellos los más industrializados del mundo, se comprometieron en la ciudad japonesa de Kyoto a reducir en un 5% hasta el 2010 sus emisiones de gases tóxicos causantes del llamado efecto invernadero. Entre ellos, el mortal dióxido de carbono CO2, uno de los principales contaminantes. Esto suponía una atadura a la economía mundial en aras del medio ambiente. Las valerosas promesas de aquel entonces se han transformado en un coro quejumbroso.
Pese al renovado apoyo al Protocolo de Kyoto por parte de los participantes de la Cumbre en Milán, los mismos de siempre detuvieron el avance deseado. Durante la jornada de clausura de la conferencia milanesa, políticos y medioambientalistas exhortaron a Rusia a ratificar el protocolo. “Si Rusia firmara el documento se beneficiaría con inversiones en tecnología moderna y por ende de un impulso a su crecimiento económico”, dijo el ministro alemán del Medio Ambiente, Jürgen Trittin. La Unión Europea hizo una última apelación a todos los países que no han suscrito el protocolo, a hacerlo, mientras que Rusia declinó su firma reclamando enmiendas. La organización medioambientalista Greenpeace criticó la postura de Moscú y Washington, calificándola de egoísta, pues defiende sus intereses a costa del resto del mundo.
Negociaciones maratónicas
Doce días duró la cumbre en la capital lombarda a la que acudieron 5.000 delegados de 188 países, además de representantes de ONG’s y organismos multilaterales. Los resultados alcanzados por la novena conferencia convocada por Naciones Unidas significan un avance sumamente lento, pese a que se trata de uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad. El sí de Moscú resulta vital para el futuro de esta iniciativa, pues entre los seis grandes contaminantes mundiales, tan sólo dos, la Unión Europea y Japón, lo han ratificado. Estados Unidos, India y China se han replegado, mientras que Rusia se muestra indecisa y argumenta que no quiere poner trabas a su crecimiento económico.
Según datos de la Organización meteorológica mundial, el año 2002 fue el más caluroso en el hemisferio norte desde 1861. Los pequeños estados insulares son las primeras víctimas del cambio climático y podrían desaparecer bajo el agua en unos años. Durante los últimos siglos, el nivel del mar ha subido unos dos milímetros anualmente, pero lo que resulta alarmante es que el efecto invernadero está derritiendo a una velocidad multiplicada las nieves eternas en los Andes, los Alpes y de las montañas del Himalaya. También se derriten los continentes de hielo en el Ártico y el Antártico.
Cuestión de vida o muerte
La alianza de pequeños estados insulares, AOSIS, según sus siglas en inglés, se queja de encontrar poco interés ante un problema que amenaza directamente su existencia. “Los grandes países negocian aquí como si fuera esto una partida de ajedrez, mientras que para nosotros, el aumento del nivel de los mares y oceanos es cuestión de vida o muerte”, se lamenta la medioambientalista Imogen Ingram, proveniente de las Islas Cook, al sur del pacífico. Muchos de estos estados insulares temen que de continuar la tendencia en el cambio climático, se producirán más tormentas, olas cada vez más altas y daños irreversibles a los arrecifes de corales, lo que afectará a la pesca y al turismo, actividades claves para su subsistencia.
Hasta ahora el Protocolo de Kyoto ha sido ratificado por 120 países, que representan dos tercios de la población mundial y cuyas emisiones representan un 44% de las emisiones globales de gases efecto invernadero. Para ser jurídicamente vinculante, el protocolo deberá ser ratificado por un conjunto de países cuyas emisiones sumaran en 1990 el 55% del total mundial, lo que no se alcanzará sin la firma de Rusia, que tiene en su haber un 17% de las emisiones mundiales. El mayor contaminante, Estados Unidos, con un 36% de las emisiones, se retiró del proyecto en el 2001.
Descenso en la venta de crudo
La cumbre de Milán no logró un acuerdo sobre la creación de un fondo de ayuda a los países en desarrollo promovido por la Unión Europea, que otorgaría 410 millones de dólares anuales a partir del 2005 a aquellos países que hayan ratificado el protocolo. La propuesta fue frenada por la petición de los países miembros de la OPEP de verse incluidos entre sus beneficiarios. Dichos países argumentan que el impulso de energías renovables como la solar o la eólica han provocado un descenso de las ventas de crudo y por ello desean verse compensados.
La próxima conferencia tendrá lugar en diciembre del 2004 en Buenos Aires. Muchos participantes apuestan por un cambio en la administración estadounidense tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Ojalá y el próximo inquilino de la Casa Blanca tenga una actitud más responsable frente al medio ambiente de lo que ha demostrado el actual presidente, George W. Bush.