Mega-campamento para hinchas en Dortmund

Quien quiera dormir aquí necesita buenos huesos, ya que las camas son duras y sólo se ofrece lo mínimo para pasar la noche, pero al verdadero hincha no le molesta. “No importa, dormimos en cualquier lado, lo principal es estar aquí y ser parte del Mundial”, dice el canadiense Andy Antoine, uno de los 4.000 huéspedes que ha transformado el triste recinto en una milla de fiesta.

Camas duras, precios no tan bajos

Cerca de 300 voluntarios han colaborado para armar un laberinto de paredes que separan las 1000 literas de dos pisos en este dormitorio gigante. Un cobertor remplaza al colchón y al somier. Además, en el almacén se ofrecen tapones para los oídos por un precio módico, convenientes a la hora de dormir, ya que las camas dan a los corredores abiertos, y los ronquidos podrían ser obstáculo para un sano descanso.

“En realidad, por 35 euros esperábamos conseguir un cuarto decente, con cuatro paredes y una puerta”, se queja Kristoffer Nilsson, que parece estar bastante afectado por una semana a toda fiesta. Tiene 26 años, y mientras toma su café sentado en la cafetería, de proporciones sobredimensionales, comenta que “el salón de desayunos es de lo mejor”. En él se atiende a casi 1000 huéspedes al mismo tiempo. La sueca Helena Stroog alaba “la limpieza de las duchas y los baños, a pesar de la cantidad de gente que los usa”.

Seguridad ante todo, pero no tanto

Uno de los asistentes del albergue, Daniel Dreiler, comenta sonriente que “en realidad, hombres y mujeres deberían estar separados, pero sé de algunas historias interesantes que han sucedido por ahí”. Y dice que “en cuanto alguien es molestado, el personal de seguridad actúa de inmediato. Y son ellos los que se ocupan de que los Ghettoblasters se apaguen durante la noche”. Con el consumo de alcohol, en cambio, las medidas de seguridad no tienen tanto éxito. “Hemos comprobado que no es posible prohibir la ingesta de bebidas alcohólicas”.

Los hombres de seguridad que recorren día y noche el albergue no parecen molestar en absoluto a los fans. “Uno se siente totalmente seguro aquí”, opina Andy Antoine, un hincha de Trinidad llegado de Canadá. Según él, se pueden dejar objetos personales sobre las camas, ir a ducharse y volver sin que nada desaparezca. Y más que nada le entusiasman las fiestas de días pasados.

Para las próximas fiestas se espera más que nada a alemanes y polacos con 30 mil salchichas, 8 mil kilos de papas fritas y 1000 kilos de pizza que serán acompañados por unos 100 mil litros de cerveza de Dortmund.

La demanda en el primer fin de semana del Mundial no fue tan grande como se esperaba, por lo cual los organizadores acogen invitados también por una noche, a un precio de 40 euros por cama con un pasaje para medios de transporte locales inclusive.