Martin Schulz y la nueva globalización
14 de marzo de 2017En todo el mundo, el populismo avanza, ya sea en Turquía con Recep Tayyip Erdogan, en Hungría con Viktor Orbán y también en Estados Unidos, con Donald Trump. En Holanda, esta semana el populista de derecha, Geert Wilders, intentará hacerse con el poder; en Francia, Marine Le Pen en mayo. El aislamiento nacional está presente en todos sus programas políticos: "Nosotros contra los otros, es el modelo político de negocios”, dijo Martin Schulz.
El jefe del Partido Socialdemócrata (SPD) y candidato a la cancillería fue el anfitrión de la jornada "Alianza Progresista” en Berlín. Más de 120 socialdemócratas y partidos socialistas se han organizado en una alianza que se fundó en 2013 por iniciativa del SPD y Sigmar Gabriel, como complemento de la Internacional Socialista.
Gabriel de baja
En realidad, Gabriel, el jefe en funciones del SPD , quería ofrecer un discurso, pero no pudo hacerlo por motivos familiares y su compañero de partido, Schulz, lo sustituyó. También faltó Katharina Barley, secretaria general del SPD. La huelga en el aeropuerto de Berlín impidió su presencia en el acto. Schulz tuvo que inaugurar solo la conferencia. Evidentemente esto no supuso ningún problema y además lo hizo en cinco idiomas. Su discurso, que duró 25 minutos, en el fondo se centró en cómo poder parar el auge mundial del populismo y el nacionalismo. Lo que está sucediendo ahora es una "contrarrevolución contra la expansión del liberalismo”, dijo citando al historiador británico Timothy Garton Ash. El mundo está experimentado una regresión con respecto a "las supuestas certezas de nación y pueblo”.
La globalización
Una tendencia a la que Schulz parece verle algo positivo. El nuevo nacionalismo obliga a todos a ver la globalización con otros ojos. Durante décadas se mostraba una imagen eufórica de la globalización. "La creciente desigualdad social y económica debía aceptarse como el precio por la libertad en tiempos de la globalización”, dijo Schulz.
Pero la globalización también tiene su lado positivo. Es un logro que en principio no se valore a las personas ni por el color de la piel, la religión o la nación de la que proceda, que se hayan abierto fronteras no solo físicas sino también intelectuales y haya aumentado el conocimiento de la humanidad. La globalización es un fuerte motor del desarrollo económico, también fuera de Europa.
Al mismo tiempo se han producido duras diferencias entre los ganadores y los perdedores, con las consiguientes consecuencias. Los nacionalistas no profundizan en el debate sobre estas contradicciones, sino que buscan chivos expiatorios. "Las injusticias se las adjudican a los refugiados, a los extranjeros y, en caso necesario, al vecino”, añadió.
Más justos y más equitativos
Como consecuencia, Schulz exige una revaloración y nuevo rumbo político de la globalización. A través de la acción práctica se debe demostrar que "queremos crear unos criterios estándar de una nueva globalización teniendo en cuenta nuestros principios y valores”, dijo. Las empresas deben hacer sus negocios de forma más transparente, los salarios deberían asegurar la vida de las personas y hacer que los sistemas de seguridad social sean de nuevo eficaces.
Si llegase a ser canciller, Schulz aseguró que se comprometería a que los procesos en torno a la globalización fuesen más justos. "Tenemos que dejar bien claro que el aislamiento no es la solución, porque ningún muro es lo suficientemente alto como para protegernos de los problemas globales”, añadió.