“Madonna” en Hamburgo
4 de agosto de 2010El hecho de que Mariela Castro Espín no sea solamente la hija del actual presidente cubano y prefiera hablar sobre los logros del activismo contra la homofobia en Cuba que sobre las políticas de Estado de Raúl Castro no significa que la prensa germana se haya abstenido de abordarla como si fuera la ministra de Exteriores de la isla cuando llegó a Alemania a principios de agosto para reunirse con el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit –conocido internacionalmente por ser uno de los primeros políticos alemanes de alto rango abiertamente gays–, y participar en el festivo desfile mediante el cual las personas homosexuales, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) manifestarán por el reconocimiento pleno de sus respectivos derechos en Hamburgo este sábado (7.8.2010).
De ahí que las solicitudes de entrevistas de los medios hayan sido rechazadas de antemano y su anfitrión, Corny Littman –padrino del Christopher Street Day 2010–, haya hecho todo lo posible por evitar que preguntas incisivas en torno a los vientos de cambio político y económico que soplan en el país caribeño afloraran durante la conferencia sostenida por Castro Espín este martes (3.8.2010) en el teatro Schmidt de Hamburgo. La directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (Cenesex) y de la revista Sexología y Sociedad –conocida como la “Madonna de los gays cubanos”– describió algunas de las estrategias concebidas para ponerle coto a la homofobia institucionalizada en la escuela y la policía, e incentivar la discusión sobre la diversidad sexual en la sociedad cubana, llevando el debate del ámbito de la moral al de los derechos humanos.
Blanco de preguntas
A sus ojos, la labor educativa desarrollada por el Cenesex y la creciente tolerancia de cara a las minorías sexuales, constatable desde que se despenalizó la homosexualidad en 1997, hacen posible imaginar una reforma del Código de Familia a corto plazo para reconocer las uniones civiles de parejas integradas por personas del mismo género y los derechos patrimoniales derivados de éstas.
Castro Espín aprovechó la sesión de preguntas y respuestas al final de la conferencia para confirmar que siguen habiendo serios obstáculos por superar –por ejemplo, la arbitraria violencia ejercida por la policía contra los travestis– y desmentir algunos señalamientos que, a su juicio, son percepciones tergiversadas de la realidad cubana o mentiras hiladas en el marco de un discurso propagandístico anticastrista: entre otras cosas, negó que hubiera cientos de personas encarceladas por ser homosexuales.
Pese a las advertencias de Littman, la directora del Cenesex no tardó en ser blanco de preguntas que aludían necesariamente a las recientes decisiones del Gobierno de flexibilizar el sistema económico en Cuba para estimular el trabajo por cuenta propia y reducir la planta de empleados estatales.
Si se le permitirá a particulares arrendar taxis, barberías y peluquerías, ¿cabe esperar que una persona pueda abrir un local nocturno para público gay con miras a ganarse la vida? Después de todo, las discotecas abundan en Cuba, pero los sitios de encuentro para la población LGBTI –al menos los sitios legales– brillan por su ausencia.
La respuesta de Castro Espín fue más bien esquiva: “Yo me enteré de esos cambios económicos estando aquí [en Alemania]; yo de eso sé lo mismo que ustedes”.
“Él no me facilita nada”
Hace algún tiempo, cuando Castro Espín presentó en Cuba una campaña del Cenesex para incentivar el respeto hacia la diversidad sexual, la célebre bloguera Yoani Sánchez pidió la palabra para preguntar si en algún momento se promovería la tolerancia hacia la diversidad política.
“Yo no lo sé porque yo no trabajo en esa área”, contestó la activista de los derechos LGBTI, agregando que su campo de acción estaba en el ámbito de la sexualidad. En Hamburgo no se hicieron preguntas de ese tenor, pero otras obligaron a la sobrina de Fidel Castro a aclarar que su parentesco con los hombres más poderosos de la isla no ha facilitado su trabajo ni puede garantizar el éxito de las propuestas hechas por sus colaboradores en el Cenesex.
“Muchos tratan de darle más importancia a mis vínculos familiares que al trabajo que yo hago, cuando a mí lo que me da autoridad es mi experiencia profesional, mis investigaciones, mis publicaciones”, dijo Mariela Castro Espín a Deutsche Welle al culminar su conferencia.
“El hecho de ser pariente [de Raúl Castro] lo único que me facilita es que le puedo decir las cosas directamente, sin tantos intermediarios; de resto, él no me facilita nada. Yo tengo que seguir las vías oficiales como todo el mundo. Si yo resolviera todo apelando a que soy ‘la hija de papá’ no estaría aportándole nada a los mecanismos disponibles para solucionar las contradicciones que existen en mi país. Contradicciones que, por cierto, existen en todos los países”.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz