¡Manos a la obra!
16 de agosto de 2002Durante semanas no hubo otro tema más discutido en Alemania que el de las recetas para generar empleo ideadas por la Comisión Hartz, que debe su nombre a su presidente, Peter Hartz, un exitoso empresario de Volkswagen. En plena campaña electoral, las apreciaciones al respecto varían según el color del cristal político con que se mire. Para la oposición, estas propuestas de último minuto demuestran la inoperancia del gobierno en sus 4 años de gestión. Para el canciller Gerhard Schröder y los suyos representan, en cambio, la gran esperanza de un vuelco en el panorama, obstinadamente sombrío.
El plazo corre
Dos millones de desempleados menos, en el plazo de tres años. Tal es la meta. El cronómetro comenzó a correr este viernes, a las 11 de la mañana, cuando se presentó oficialmente el catálogo de propuestas que elaboró la comisión, por encargo gubernamental.
La propuesta no es una de tantas. Tiene la peculiaridad de contener ideas poco ortodoxas y, sobre todo, bastante concretas. Por ejemplo, prevé aglutinar todas las instancias dispersas relacionadas con la asistencia a los desocupados en nuevos "centros de empleo", orientados a prestar servicios. La intención es incrementar su eficiencia, también en lo que compete a la reinserción de los afectados en el mundo del trabajo. Una prioridad es reducir la burocracia, para que puedan operar con mayor agilidad, en cooperación con agencias de empleo. Estas podrán ofrecer a las empresas servicios de trabajo temporal.
Sacrificios e incentivos
En lo que respecta a los desocupados, el plan también demanda sacrificios. Por ejemplo, exige a los jóvenes solteros movilidad y disposición a aceptar trabajos peor remunerados, so pena de sufrir recortes en los subsidios. Pero también contempla medidas que pueden considerarse como incentivos. Entre ellas se cuenta la idea de que cada individuo pueda constituirse en "empresa unipersonal", recibiendo subvenciones fiscales por el plazo de tres años. El modelo está concebido como paso preliminar a la autonomía laboral y apunta a evitar el trabajo clandestino.
Otro aspecto novedoso de la propuesta consiste en otorgar créditos con bajos intereses a las empresas que contraten definitivamente a personas que hayan estado desocupadas, después del correspondiente período de prueba. El sistema se financiaría recurriendo al mercado de capitales.
Gerhard Schröder confía en que tales instrumentos le permitan dar el ansiado golpe de timón en el mercado laboral y manifestó desde ya su propósito de aplicar íntegramente las propuestas. Claro que no es mucho lo que ello puede significar faltando sólo poco más de un mes para las elecciones generales... salvo que el gobierno consiga la reelección o que la oposición, llegada al poder, deje de descalificar el proyecto y redescubra las virtudes que pueda tener el plan Hartz.