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Líneas rojas en la política: ¿útiles o contraproducentes?

14 de junio de 2024

De Biden a Putin, de Xi a Netanyahu: cada vez más, los líderes mundiales trazan "líneas rojas" para mostrarles a sus adversarios políticos los límites que no deben cruzar. Pero, ¿realmente logran mantenerlos a raya?

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El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu apunta con el dedo a un gráfico sobre el peligro de una eventual bomba atómica de Irán, en el que está marcada una línea roja.
En 2012, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió en la Asamblea General de la ONU que Teherán estaba cerca de completar una bomba atómica, lo cual marcaría una línea roja. Imagen: Don Emmert/AFP/Getty Images

En marzo de 2024, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, sobre una ofensiva terrestre en Rafah: "No puede haber otros 30,000 muertos del lado palestino", declaró en una entrevista con el canal estadounidense MSNBC, "esa es una línea roja".

En febrero de 2023, el ministro de Relaciones Exteriores de la UE, Josep Borrell, advirtió a China que si Pekín suministraba armas a Moscú para la guerra de agresión de Rusia en Ucrania, se habría roto con un tabú a los ojos de la UE. De manera similar,  Vladimir Putin describió, poco antes del comienzo de la guerra, la posible membresía de Ucrania en la OTAN como una línea roja. Para el presidente de China, Xi Jinping, el límite de tolerancia se sitúa en una declaración formal de independencia de Taiwán.

Señal de alarma para el orden mundial existente

De hecho, el trazado de líneas rojas en la política internacional ha aumentado significativamente en los últimos años. Según un análisis del sitio de periodismo de datos estadounidense Smart Politics, solo dos presidentes de los EE. UU. antes de Barack Obama habían hablado públicamente de ello. Obama utilizó ese recurso estilístico once veces más, siendo especialmente conocida su advertencia al líder sirio Bashar al Assad sobre el uso de gas venenoso en la guerra civil siria.

Para la investigadora de conflictos Anne Holper, de la Universidad Viadrina en Fráncfor del Óder , el aumento de las líneas rojas es principalmente una expresión de que los equilibrios de poder geopolíticos están cambiando. Según Holper, las potencias hegemónicas señalan principalmente: "Aquí está el límite que no debe ser cruzado para que nuestro sistema de orden se mantenga".

El uso de gas venenoso en Siria, una posible bomba atómica en manos de Teherán o la invasión rusa de Ucrania fueron todas rupturas de tabúes que sacudieron los cimientos del orden mundial. "Siempre que se siente que un orden que se creía estable está siendo desafiado, se traza rápidamente una línea roja, porque entonces la indignación es mayor", afirma la investigadora de conflictos.

Advertencias con efectos secundarios

A menudo, la declaración de un límite que no se ha de cruzar incluye la amenaza de graves consecuencias. Sin embargo, en muchas ocasiones no se especifica cuáles serán exactamente. "La intención es disuasión", dice Anne Holper, "en realidad, siempre." En esencia, se trata de un montaje político. "No se quiere aplicar una sanción severa, pero eso deberá hacerse si se produce la transgresión."

Para Anne Holper, el trazado de líneas rojas es, por tanto, "una herramienta paradójica: en realidad, no se quiere llegar tan lejos, pero si se cruza esa línea, eso obliga a hacerlo". Sin embargo, si no se llevan a cabo las consecuencias, o estas son solo leves, "se experimenta una pérdida de credibilidad y poder que puede ser mucho más grave que la causada por la transgresión en sí".

Lucha contra el desplazamiento de límites

¿Por qué, entonces, se trazan líneas rojas una y otra vez? Porque la distribución del poder en el mundo está cambiando en sus fundamentos. Y, por lo tanto, en situaciones de gran escalada, no hay ningún medio que sea aceptado inequívocamente por todas las partes involucradas como un 'hasta aquí y ya no más'. El auge de Rusia, China y algunos Estados del sur global está poniendo sobre el tapete el orden mundial existente, y está explorando los límites de lo posible, indica Anne Holper. Las potencias que buscan preservar el orden mundial actual quieren evitar una "transgresión de límites" porque saben que "si alguien lo hace ahora, muchos lo harán después. Entonces nos arrasarán con este nuevo orden y las nuevas reglas que simplemente establecerán", explica la experta.

Desde la perspectiva de la investigación de conflictos, no es prudente hacer públicas las líneas rojas para utilizarlas como un mecanismo de disuasión, "porque generalmente se cometen errores en la formulación o en la comunicación de la disuasión." Así, podría surgir una escalada indeseada. "Por eso mejor: '¡no tocar!'", aconseja Anne Holper.

Es mucho más sensato, trazar líneas rojas en la comunicación interna, por ejemplo entre potencias aliadas o fuerzas armadas, para saber cuándo actuar, pero sin comunicarlas hacia afuera.

(ies/cp)