Líbano: un dilema

El periódico Nord-Eclair, de la localidad francesa de Roubais, señala respecto de la conferencia internacional de donantes, realizada en París: "La ocurrida en Líbano es la aventura más reciente en una confrontación que cumple ya cerca de 14 siglos: la de los sunitas. Puede pensarse fácilmente que países como Arabia Saudita, Egipto o Jordania no tienen interés alguno en convertir a Beirut en un satélite de Teherán. Naturalmente, Francia no puede mezclarse en este pleito entre hermanos distantes. Pero tampoco puede permanecer indiferente ante el desmoronamiento de un pequeño país que durante mucho tiempo fue un modelo de convivencia y de distribución de poder entre diferentes comunidades religiosas."

Leña prendida

Desde Milán, el Corriere della Sera dice lo siguiente: "El aspecto que más preocupa dentro de la reciente crisis libanesa es que ninguno de los dirigentes políticos nacionales deseaba el estallamiento de la violencia. Pero bastó una chispa para prender la leña del encono y para reactivar las enemistades; miles de jóvenes (y otros no tanto) salieron a las calles, preparados para incendiar autos, paralizar a la ciudad e, incluso, matar. Beirut nos ha enseñado, una vez más, que está preparada para cometer un suicidio."

El papel de Hizbolá

En Polonia, el Gazeta Wyborcza comenta la situación de la siguiente manera: "Los países donantes acordaron los términos de la ayuda a Líbano. Pero la generosidad de Occidente y de los países árabes no sólo responde a motivos puramente humanitarios. Se trata de determinar si Líbano termina por orientarse hacia Occidente, o si fija la mirada hacia Teherán. El hecho de que Irán apoye cada año a Hizbolá con varios millones de dólares despierta gran preocupación: un Hizbolá fuerte significa caos para Líbano, y una amenaza para todo el proceso de paz para el Oriente Próximo."

Necesaria definición

El periódico Aftenposten, de Noruega, califica como un éxito a la conferencia de donantes, y sin embargo, ventila algunas dudas: "Está por verse si existen instituciones estatales que se encarguen de convertir estas ayudas en realidades. También falta por definir si Líbano permanece dividido y paralizado. En los prolegómenos de la conferencia se presentaron actos de violencia por parte de la oposición en gran parte del país, con al menos tres muertos. El presidente Siniora ha trivializado los incidentes, pero uno se pregunta por cuánto tiempo más podrá seguir haciéndolo. No existe un solo libanés que abogue por el regreso de la guerra civil que azotó al país de 1975 a 1990. Pero priva la desconfianza y, no por último, el dilema en torno a la identidad de Líbano: ¿debe ser un estado occidental, o uno árabe? Y también, ¿qué papel debe jugar la religión en la política libanesa?"