“Lupe el de la vaca”: campesinos en México
15 de febrero de 2012Proyectada en la sección de Cine Culinario, la cinta documental, segundo trabajo de la cineasta originaria de Jalisco, México, observa con mirada afectuosa a los habitantes de El Corralito, acostumbrados a hacer frente a las adversidades y la dureza de la vida en el campo sin quejarse demasiado ni dejar de reír hasta de sí mismos.
El espectador viaja con el lente de la cineasta por paisajes frondosos de montaña durante la temporada de lluvia y observa a los campesinos que recorren los caminos con cargamentos de leche sobre el lomo de burros y caballos. Son hombres y mujeres de gran fortaleza física que no se dan por vencidos fácilmente. Van apareciendo uno a uno los personajes que dan cuerpo a la historia con sus nombres escritos en la pantalla como con letra infantil. María, Don Rober, José, Chato y Don Chema, entre otros. Así presenta la realizadora a los principales personajes, cuyos relatos son el hilo conductor de la narración, que a la vez muestra la realidad social en la que viven 23 millones de mexicanos que se dedican al campo y apenas pueden subsistir.
“Crecí muy cerca de esa comunidad y para mí era algo cotidiano ver a la gente ordeñando vacas. Era muy placentero para mí ver los paisajes y a esa gente, escuchar el sonido de la leche caer en las latas. La vida en el campo es muy dura y todo el tiempo están trabajando pero también se ríen. Quieren mucho a sus vacas e les hablan por sus nombres, y se afligen cuando están enfermas”, dice Blanca Aguerre en conversación con DW.
Agricultura de subsistencia
Filmada en dos estaciones a lo largo de dos años, durante el verano, en temporada de lluvia y en el invierno, cuando todo está seco, la cinta muestra la agricultura de subsistencia en su manifestación más radical, cuando los agricultores ven morir a sus vacas de hambre y la población apenas si puede subsistir. “Se les hincha el cuello antes de morir y es como ver morir a alguien de la familia”, cuenta uno.
Para Aguerre es un tema con lazos emocionales. “Mi papá se dedica al campo y toda mi vida he sido testigo de sus satisfacciones pero también de lo mal que la ha pasado porque incluso a él se le han llegado a morir varias vacas de hambre”, recuerda.
Cuando las cosas se ponen difíciles los campesinos se ven obligados a buscar trabajo como jornaleros en ranchos vecinos e incluso a emigrar a Estados Unidos. La película muestra a los habitantes de El Corralito que crían vacas y cerdos, hacen queso, construyen casas y hasta las mujeres saben hacer tabiques de adobe. La actividad en el campo no es redituable: “A 15 vacas le saco 10 litros de leche, porque hay que dejarles algo para que alimenten a sus becerros”, cuenta uno de ellos que añade que además, la leche es muy mal pagada. “Conviene más hacer queso, pero entonces el gobierno nos quiere cobrar impuestos y entonces ya no es redituable”.
Aguerre explica que el problema es la globalización de mercados. “Se importa leche de Estados Unidos y de China, que no es leche, son sustitutos lácteos y sueros y leche en polvo. Pero la leche es sólo un ejemplo, lo mismo pasa con el grano. En México, donde consumimos tanto maíz, el 90 por ciento se importa de China”, dice la cineasta que se ha interesado por el tema agrícola.
A raíz de su anterior trabajo “La historia de todos”, cortometraje de animación documental en plastilina hecha por niños indígenas que emigran con sus familias para trabajar en el cultivo del tomate, Blanca Aguerre se percató del costo que tiene para México ser el primer productor de tomate del mundo. “Se produce en miles de hectáreas con tecnología punta pero con los pesticidas más peligrosos, prohibidos en los países de primer mundo. Los indígenas que emigran para trabajar en el tomate, viven en guetos, hacinados y expuestos a estos letales químicos”, afirma.
Optimismo entre los habitantes de El Corralito
Pese a las dificultades los habitantes de El corralito se muestran optimistas y creen que es posible vivir decorosamente de la tierra donde viven sus familiares si la trabajan con habilidad y son pacientes y buscan paralelamente otras alternativas para subsistir.
Los pobladores cuentan ante la cámara leyendas que pasan de boca en boca sobre duendes y caballeros errantes. No se sabe si parte de esos mitos es la historia sobre un hombre que debe andar ya sobre los 100 años que vive como ermitaño en algún lugar de la montaña. Lo han visto varios de los lugareños y dicen que tiene un solo ojo y que va vestido con andrajos, en vez de caballo va montado sobre una vaca a la que le cuelga todas sus posesiones. Por eso lo llaman “Lupe el de la Vaca”, personaje que dio título a la cinta.
La realizadora mexicana subraya sus propias reflexiones en el relato con dibujos animados y aunque nunca aparece “Lupe el de la Vaca” en persona ante la cámara, si se le ve como dibujo animado con aire de Don Quijote en varias ocasiones.
José, un hombre apuesto y platicador, cuenta que lo vio hace poco. “Sigue vivo y ya debe andar sobre los cien años y a pesar de tener un solo ojo lo ve todo”, asegura.
Aunque la cineasta muestra un testimonio de cómo el campo mexicano ha sido abandonado a su suerte no ha sido su intención hacer una denuncia. “Es un homenaje, no me podía quedar en la denuncia, porque son personas que también se la pasan fantástico y que tienen una filosofía de vida maravillosa”. La cinta recibió una ovación al final de su exhibición en el Museo Martin Gropius Bau, recinto donde tiene lugar la sección Cine Culinario, de la Berlinale.
Autora: Eva Usi
Editor: Pablo Kummetz