Desde siempre se ha utilizado el término Holocausto para referirse a contextos de violencia en todo el mundo, o se han descrito acontecimientos y aspectos puntuales utilizando términos que se asocian claramente con el nacionalsocialismo. En muchos países sudamericanos, por ejemplo, es práctica común describir los crímenes cometidos por las dictaduras militares con el término Holocausto, o los centros secretos de detención como campos de concentración.
La motivación detrás de estas equivalencias establecidas por las antiguas víctimas, que deseaban que se trataran los crímenes, siempre ha sido llamar la atención del mundo sobre su propio sufrimiento. Y su sufrimiento también debe ser reconocido y atendido.
Sin embargo, estas equivalencias no son útiles. Si queremos aprender del pasado, es importante examinar los crímenes en su forma específica, las estructuras de los regímenes y la motivación de los autores. Al hacerlo, nos daremos cuenta rápidamente de que el régimen nazi difiere en muchos aspectos de las dictaduras militares, de que el asesinato masivo sistemático de judíos no tiene precedentes.
Cuando se hacen comparaciones con los crímenes nazis en el contexto del conflicto en Oriente Medio, la motivación es completamente diferente. Sobre todo en el contexto alemán y europeo, estas comparaciones se hacen para evitar tener que hablar de la propia culpa. Hablamos aquí de antisemistismo porque también se utilizan motivos antisemitas antiguos en el lenguaje y en las imágenes, además de que, al no reconocer la perspectiva israelí, se hace un retrato unilateral.
La brutalidad de la masacre de Hamásdel 7 de octubre fue tan insólita que no puede clasificarse simplemente como un acontecimiento más del largo conflicto entre palestinos e israelíes. Cuando la acción militar del Gobierno israelí como consecuencia de este crimen se califica de Holocausto, se produce una inversión entre víctima y victimario. Y esto también es antisemita.
Israel no busca, a diferencia de Hamás e Irán, que actúan en un segundo plano y lo propagan abiertamente, la aniquilación física de su oponente en el conflicto.
Sí, la empatía con la población palestina es legitima e importante. Y se puede empatizar con los palestinos sin esgrimir argumentos antisemitas, como lo ha hecho el presidente Lula.
Elke Gryglewski es politóloga y profesora de historia alemana. Desde 2021, es directora de la Fundación Conmemorativa de Baja Sajonia y directora del sitio conmemorativo y antiguo campo de concentración nazi Bergen-Belsen.
(gg/rml)