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Lula da esperanzas a un acuerdo UE-Mercosur lleno de trabas

5 de julio de 2023

La llegada de Lula a la presidencia de Mercosur podría allanar el camino para sellar un pacto con la UE, pero hay fricciones que podrían retrasar el acuerdo.

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Los presidentes de Brasil (izq.), Luiz Inácio Lula da Silva, y Argentina (derecha) durante el encuentro de Mercosur el 4 de julio.
Los presidentes de Brasil y Argentina dicen que las pretensiones europeas en materia ambiental son "inaceptables" y podrían obstaculizar sus exportaciones a la UE.Imagen: Nelson Almeida/AFP

Las posibilidades para un cerrar un tratado entre la Unión Europea y el bloque de países que configuran el Mercosur parecen diluirse tras la cumbre del bloque celebrada los días 3 y 4 de julio en Puerto Iguazú, Argentina, que se saldó con duras críticas a las demandas presentadas por la Unión Europea (UE) en materia ambiental.

El foco se centra ahora en el nuevo semestre, con Brasil en la presidencia "pro tempore" del bloque, y en tratar de ratificar un acuerdo que lleva estancado desde 2019, y que nuevamente podría encontrar trabas para cerrarse.

Las posturas entre la UE y el Mercosur (Mercado Común del Sur), integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, se distanciaron luego que el bloque europeo presentara exigencias medioambientales adicionales, relativas a las importaciones del sector agropecuario, uno de los motores económicos de estos países sudamericanos.

La alianza de Mercosur ha mostrado sus reticencias a dichas demandas, puesto que temen que se traduzcan en presiones que comporten potenciales sanciones. Mientras, ya trabajan en una contrapropuesta, algo que marcará la agenda de la cumbre UE-CELAC, prevista para los días 17 y 18 de julio.

Las banderas de los países que integran el Mercosur
Argentina realizó, el 3 y 4 de julio, en Puerto Iguazú, la LXII Reunión del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes y Jefas de Estado del Mercosur y Estados Asociados, en la que transfirió la presidencia del bloque a Brasil.Imagen: Isac Nobrega/Palacio Planalto/dpa/picture alliance

Lula, un factor clave

Durante el mandato en Brasil de Jair Bolsonaro (2019-2022), hubo un aumento de las políticas de medioambiente favorables a la deforestación, algo que interrumpió las posibilidades de avanzar con un acuerdo, por la negativa de varios paises europeos a ir en contra del Acuerdo de Paris.

Ahora, en 2023, con Brasil de nuevo en el Mercosur y el compromiso de su presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, de combatir estas prácticas, la UE ve un escenario más favorable para el entendimiento.

"La llegada de Lula ha mejorado las expectativas, en el sentido de que se ha comprometido con una política de medio ambiente", dice a DW Anna Ayuso, investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB).

Ayuso considera que el nuevo protocolo de la UE en materia ambiental -que veta las importaciones de productos como el café, madera, soja o carne procedente de zonas deforestadas- es negociable y que podría encontrar solución, siempre y cuando se tomen en cuenta mecanismos de cooperación entre países.

De hecho, durante esta cumbre, Argentina y Brasil remarcaron la necesidad que dichas propuestas europeas no omitan referirse a los medios necesarios para implementar las medidas.

Pese a las críticas públicas del presidente brasileño por el tiempo y forma de las nuevas demandas europeas, la labor de Brasil de cara a un acuerdo es indispensable. "Es inconcebible un acuerdo sin un papel constructivo de Brasil. Así que Lula es el actor más importante del lado sudamericano, sea presidente pro tempore o no", dice a DW Gunter Rieck Moncayo, asesor de política económica y de comercio de la fundación alemana Konrad-Adenauer-Stiftung.

Una pancarta de Greenpeace en la que se lee "Stop EU-Mercosur" (Alto a la UE-Mercosur)
Las presiones de grupos ambientalistas son un fuerte obstáculo a los avances para un acuerdo entre la UE y Mercosur.Imagen: Adrian Burtin/Belga/dpa/picture alliance

Obstáculos y alternativas desde Europa

El acuerdo con Mercosur ha despertado la oposición del sector agrícola europeo, especialmente desde Francia, ya reticente al acuerdo en 2019, y que teme la competencia de los productos agrícolas sudamericanos, pero también del sector ambientalista, que no quiere que tal comercio incremente la presión sobre la Amazonia.

"Francia tiene la llave",  dice a DW Carl Moses, economista y experto para Sudamérica con base en Bonn y Buenos Aires. "Pero la alianza entre el lobby agrario y el lobby ambientalista hace casi imposible llegar a un acuerdo que el Mercosur pueda aceptar", señala Moses.

En la misma línea se muestra Jean Louis Martin, investigador especializado en America Latina por el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). "En Francia, el lobby agrícola es influyente, especialmente en la derecha y en el centro, y tiene mucho más peso que la percepción de intereses políticos compartidos con América Latina. En Alemania también hay reticencias en la izquierda, entre los Verdes y en el mundo agrario. Y también en Italia", sostiene en declaraciones a DW.

"De hecho, sólo España y Portugal apoyan sin reservas este acuerdo, principalmente por razones políticas y culturales", dice Martin.

En este sentido, la presidencia de España en el Consejo de la UE también podría dar un nuevo empuje a las relaciones con el Mercosur, aunque dependerá del resultado de las elecciones previstas para el 23 de julio. "Si realmente hay un cambio de Gobierno, también habrá un cambio de enfoque, y eso puede generar dificultades a la hora de empujar determinados temas", afirma Ayuso.

"Las relaciones de España con América Latina, que son tradicionalmente muy sólidas, deberían ser útiles para encontrar un equilibrio de intereses", sugiere Rieck Moncayo, aunque duda que los seis meses de presidencia sean suficientes para esa tarea.

¿Espacio para el acuerdo?

"Haría falta mucha voluntad política y concesiones económicas importantes desde el lado europeo para viabilizar un acuerdo", acota Moses, y sostiene que el camino para profundizar la cooperación entre el Mercosur y la UE tiene que pasar por acuerdos sectoriales en temas estratégicos como energías renovables, hidrógeno verde y materias primas como el litio.

Para Rieck Moncayo, un acuerdo para la cumbre del 17 y 18 de julio no es realista: "Con la propuesta europea, desgraciadamente se ha conseguido que otros capítulos que en teoría ya se habían cerrado vuelvan a debatirse".

(rml)