Los “whistleblowers” necesitan mayor protección
9 de octubre de 2015Johannes Ludwig, presidente de la Red Whistleblower, asegura que en el seno de Volkswagen se reportó la manipulación de los indicadores de emisiones de los autos que terminaría dando pie al escándalo que ahora le cuesta miles de millones de euros al fabricante de coches más importante de Alemania; pero la denuncia fue silenciada y la irregularidad, encubierta. “La estructura de Volkswagen tiene una jerarquía muy marcada y eso genera un clima que amedrenta a sus trabajadores”, señala el profesor emérito.
En inglés, la palabra whistleblower alude a la persona que denuncia o filtra información a la prensa sobre prácticas institucionales o corporativas reñidas con las leyes o la ética. El término no se puede traducir fácilmente al español –“soplón” tiene connotaciones negativas y “alertador” no termina de calar en la jerga cotidiana– ni tampoco al alemán. De ahí el nombre de la red liderada por Ludwig, cuyo objetivo es defender a quienes hagan públicas las infracciones legales o éticas de sus empleadores, sean éstos entidades privadas o públicas.
Responsabilidad de alto riesgo
En Alemania, quienes señalan la existencia de anomalías en las organizaciones corren riesgos muy altos. Ellos suelen ser objeto de acoso; se les tiende a tachar de traidores, intrigantes o conflictivos. Y no es raro que sus carreras sufran por ello: el acto de denunciar una transgresión de las reglas o de revelar información empresarial confidencial o de consumo interno puede propiciar el aislamiento o una cancelación del contrato de trabajo, explica Ludwig, acotando que en Estados Unidos la situación es muy diferente.
Aunque el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenció que “la revelación de irregularidades está protegida por la libertad de expresión”, la cultura de la crítica no está muy arraigada en la economía alemana, dice Ludwig. En cambio, añade, señalar los problemas en lugar de ocultarlos es una tendencia que se ve con frecuencia en Estados Unidos, probablemente estimulada por el hecho de que la violación de una normativa empresarial puede derivar en enormes pagos por concepto de indemnización.
Estimular la cultura de la crítica
Al describir las metas de su organización, la “Red Whistleblower”, Ludwig trae a colación el caso de Brigitte Heinisch, quien hizo públicas en 2011 las condiciones infrahumanas en que vivían los ancianos del asilo que la empleaba, y también el de Holger Sprenger, quien insistió en denunciar serias irregularidades administrativas en Volkswagen hasta que lo despidieron en 2003. A sus ojos, las empresas alemanas deben estimular la debida crítica interna y ofrecer mayor protección a quienes estén dispuestos a hacerla.
Hay sistemas que facilitan la entrega de denuncias en forma anónima y dificultan la arbitrariedad de los señalamientos. Cuando las “líneas telefónicas calientes” cayeron en desprestigio por no proteger suficientemente la identidad de los denunciantes, algunas empresas instauraron en su seno la figura del ombudsman; pero siguen siendo muchas las personas que desconfían de la neutralidad de esa instancia. Otras organizaciones –compañías privadas y autoridades estatales por igual– han recurrido al Business Keeper Monitoring Sysstem (BKMS).
El BKMS filtra las denuncias anónimas y las distribuye entre varias instancias de control. Eso sí, el autor de las denuncias debe ofrecer información detallada sobre los departamentos y los proyectos afectados para reducir la probabilidad de que se efectúen acusaciones falsas. El BKMS es de menos utilidad en empresas o proyectos que involucran a un grupo pequeño de trabajadores.
Andreas Mundt, presidente del Bundeskartellamt –la autoridad alemana que regula la competencia y los derechos de los consumidores– está tan interesada como Johannes Ludwig en que los whistleblowers se sientan debidamente protegidos. “La información privilegiada que éstos poseen es decisiva para que nosotros podamos desmantelar los cárteles porque éstos siempre se organizan en secreto”, dice Mundt.