Los valores europeos amenazan con derrumbarse
1 de septiembre de 2015Es aterrador observar lo rápida y eficazmente que se tiran por la borda los valores europeos bajo la presión de la crisis de refugiados. Si algo no sucede pronto, hacer frente a la creciente afluencia de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes de los países vecinos de Europa supondrá una prueba crucial para la Unión Europea. Ya no está garantizado un trato digno a los refugiados, ya sea en Grecia, Hungría e incluso en Alemania.
Hay albergues masificados, bandas que se dedican a la rapiña, estallidos xenófobos, aglomeraciones salvajes en estaciones de tren o en el Eurotúnel o en mitad de Bruselas. Esa es la amarga realidad y poco tiene que ver con la cacareada Europa de la solidaridad y la justicia. Ni la propia Angela Merkel parece tener plan alguno al respecto. Por un lado, la canciller asegura en entrevistas que ya no se cumple el acuerdo de Dublín, según el cual los refugiados deben solicitar asilo en el primer país cuyo suelo pisen. Por otro lado, insiste en que Hungría, Grecia e Italia se atengan a esta disfuncional regla.
El acuerdo de Dublín ha muerto, ¿y ahora qué?
Así no se puede seguir. Alemania, Austria y otros países que asumen la mayoría de refugiados exigen que se sustituya el acuerdo de Dublín y que haya una distribución “justa” entre los 28 países miembros. Pero a la mayoría de los países de la UE la crisis de refugiados no les afecta y no tienen interés ni en dicho acuerdo ni en instaurar cuotas de asilo. En tanto los refugiados quieran marchar hacia Alemania, Suecia y Austria, todo está bien, piensan los polacos, españoles, irlandeses, finlandeses y muchos otros. ¿Solidaridad? iNinguna!
Así se desintegra el sistema legal vigente, bajo la presión de los acontecimientos, mientras la Unión Europea observa impotente e impasible. El Gobierno de derechas húngaro aprovecha el caos para proseguir con su valla de separación con Serbia y desviar ilegalmente a los refugiados hacia Austria y Alemania. Estos dos países se resisten con protestas y reforzando sus controles. El canciller austríaco amenaza abiertamente con consecuencias financieras para los países insolidarios que se benefician de los contribuyentes austriacos.
Vergüenza en plena Europa
Los conflictos entre países de la Unión Europea pueden surgir por este motivo y conducir a que la libertad de movimiento del espacio Schengen se vea limitada. Si no se puede confiar en que los otros países respeten las leyes europeas, hay que proteger las propias fronteras. Es es la lógica que amenaza los logros europeos.
La política hacia los refugiados de Grecia, sacudida por la crisis y salvada recientemente por la gran solidaridad europea, ha perdido la decencia desde hace años. No hay ni lugares de acogida ni procesos de asilo. Sencillamente, Grecia envía a las personas de las que debería responsabilizarse hacia el norte por la ruta de los Balcanes. Desde Serbia, llegan a Hungría, de nuevo la Unión Europea. Se puede entender hasta cierto punto que Hungría no los quiera asumir. Italia se conduce de forma parecida y Gran Bretaña trata de aislarse del asunto y discute con Francia por la seguridad del Eurotúnel y el puerto de Calais. Una vergüenza en plena Europa.
Crisis anunciada
Ningún país europeo se había preparado realmente para el previsible incremento de refugiados, tampoco Alemania. Desde hace años no se crean nuevas infraestructuras de acogida, sino que se destruyen. Los Estados federados y el Gobierno central pugnan para no asumir los costes de alojamiento. La Administración central tiene poco personal en los ministerios para decidir sobre cuestiones de asilo.
Bruselas tampoco arroja luz sobre esta situación. La Comisión Europea despierta ahora de su siesta estival musitando que en mayo ya presentó un plan de 10 puntos, que no ha sido llevado a la práctica por los Estados miembros. Ya entonces la Comisión alertó de situaciones de emergencia en España y Grecia. El necesario reasentamiento de los refugiados desde estos países a otros de la Unión Europea no se ha producido.
Si los ministros de Interior de la Unión Europea, que, por cierto, no se reúnen hasta dentro de 13 días, no acuerdan rápido una profunda reforma del acuerdo de Dublín, la instalación de centros de acogida conjuntos en los países limítrofes, así como un reparto de refugiados, la Unión Europea se retrotraerá a la época de las antiguas fronteras nacionales, las vallas y los muros. Aparte de que el duro destino de los refugiados implicará una grave crisis para el proyecto europeo.