Los tesoros de Teotihuacan, por primera vez en Europa
6 de julio de 2010Cuando los aztecas descubrieron en el siglo XIV, aquella ciudad en ruinas con pirámides colosales dudaron que fuera obra de la mano del hombre y la llamaron“Teotihuacan”, que significa en náhuatl “Lugar en donde los hombres se convierten en dioses”.
Poco se sabe incluso hoy en día sobre aquella enigmática civilización que floreció mil años antes que los aztecas, entre 100 a.C. y 650 d.C. y desapareció misteriosamente. “Sus pirámides son comparables a las de los egipcios, pero mientras que éstos utilizaron herramientas de metal para su construcción, los teotihuacanos, que no conocían ni los animales de carga utilizaron instrumentos de piedra y la musculatura humana para edificarlas”, afirma George L. Cowgill, en un texto publicado en el catálogo.
Una civilización enigmática
Mientras que las culturas azteca y posteriores a ésta han sido más fáciles de entender para los arqueólogos e historiadores, no así la teotihuacana. “Las culturas antiguas anteriores a los aztecas requieren un mayor estudio de sus fuentes, una mayor valoración”, afirma el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Alfonso de María y Campos, en conversación con DW-WORLD.
“El arte teotihuacano, por ejemplo, es abstracto lo que es un gran avance para la época porque hay una gran sintetización de las cosas, muestra símbolos de poder de una sociedad estamentaria y jerárquica, con posiciones para cada quien en la vida, que marca con elementos muy elegantes y sutiles la importancia de cada hombre y su trabajo en la sociedad, su posición social", afirma.
Piezas nunca vistas en Europa
La muestra comprende 450 piezas nunca antes vistas en Europa, que son testimonios sobre el arte, la vida cotidiana y la religión de esta civilización que fue para América lo que los griegos y los romanos fueron para Europa. Entre las piezas en exhibición se encuentran elementos arquitectónicos, máscaras y representacones de deidades, así como 15 fragmentos de pintura mural cuyos vibrantes colores se han preservado a lo largo de 2000 años. La mitad de estos objetos son de reciente exhibición que han sido recopilandos con el tiempo a través de la red de un centenar de museos que administra el INAH en todo el país.
Durante dos años fueron clasificadas, valoradas y restauradas numerosas piezas que se encontraban en bodegas y ahora integran la muestra. “El primer gran beneficio ha sido para la investigación porque al reunir un conjunto de piezas que estaban dispersas, nos dan ahora como conjunto una lectura mucho más rica y comprensible para todos de lo que era esta gran civilización teotihuacana”, afirma de María y Campos.
La mayor urbe del mundo
La ciudad floreció en el período clásico extendiéndose sobre un área de 20 kilómetros cuadrados. En su apogeo llegó a contar con unos 160.00 habitantes, lo que la convirtió en la mayor metrópoli del mundo de la época, que ejerció una influencia considerable en otras altas culturas de la región como los mayas, que habitaban en las montañas situadas a mil kilómetros al sureste. La urbe contaba con un sistema de suministro y de canalización de aguas.
Las imponentes pirámides, los templos y magníficos palacios estaban cubiertos con estuco y decorados con pinturas murales. Había edificios públicos, administrativos y distintos barrios que eran habitados por la población de acuerdo a su proveniencia y el oficios o arte que ejerciera. Había por ejemplo, un barrio oaxaqueño (sureste de México), un barrio maya, cultura que contribuyó al esplendor y riqueza de Teotihuacan. Se cree que los teotihuacanos o sus descendientes fundaron nuevas dinastías en Tikal y Copán, bastiones mayas en los altos de Guatemala.
Piezas de distintos museos
Las piezas de la muestra provienen de las colecciones de importantes museos mexicanos, como el Museo Nacional de Antropología en la ciudad de México, y los dos museos existentes en Teotihuacan. También hay piezas de la colección prehispánica del pintor muralista Diego Rivera, que resguarda el Museo Anahuacalli.
El Jaguar de Xalla
“Una de las piezas, el Jaguar de Xalla, fue encontrado en uno de los palacios más importantes de la ciudad, llamado Xalla, en donde creemos que los gobernantes se reunían a hacer política”, afirma el arqueólogo Miguel Angel Báez Pérez. El especialista señala que dada la gran riqueza arqueológica con la que cuenta el país el problema es la conservación, que es muchísimo más cara que la exploración arqueológica. “En México hay más de 33.000 sitios arqueológicos detectados, de estos sólo 172 están abiertos al público pero el resto no los conocemos. Calculamos que puede haber hasta 60.000 sitios arqueológicos por lo que el país es tal vez uno de los cinco países del mundo con la mayor diversidad arqueológica”.
Teotihuacán se encuentra en una plataforma semiárida a 45 kilómetros de distancia de la Ciudad de México y a una altura superior a los 2 275 metros sobre el nivel del mar. Es parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y es visitada por cientos de miles de turistas de todo el mundo cada año.
Autora: Eva Usi
Editor: Emilia Rojas