Los salvadores de los guerreros verdes
10 de mayo de 2011Costa Rica y Castillo de Oro. Así bautizó Cristóbal Colón en 1502 al país centroamericano. Pero los conquistadores no encontraron allí ni un castillo dorado ni materia prima ninguna. La verdadera riqueza de la región reside en la diversidad de especies, tanto animales como vegetales. Un tesoro, que sin embargo, se encuentra amenazado.
Desde la década de los 70 del siglo pasado, Costa Rica ha venido padeciendo un auténtico expolio de sus bellezas naturales. La selva tropical se ve amenazada por la deforestación, la expansión de la agricultura y la ganadería. Un gran problema lo constituye el cultivo de la piña, de la cual Costa Rica es uno de los mayores exportadores del mundo. El creciente precio de esta fruta en el mercado mundial convierte su producción en una inversión atractiva. Las plantaciones requieren de superficies cada vez más extensas, lo que conlleva la tala de la selva tropical. Para colmo, su cultivo implica el uso de numerosos pesticidas, que contaminan ríos y terrenos y destruyen el ecosistema.
Lucha por la diversidad de especies
La diversidad de especies debe ser protegida. Una idea que, entre otros, defienden el estadounidense Leslie Holdridge, investigador de la selva tropical, y el experto en aves Alexander Skutch. Ambos fundaron en 1962 el Centro Científico Tropical (TSC, por las siglas en inglés), la primera Organización No Gubernamental de Costa Rica. Su objetivo: proteger la biodiversidad de los trópicos y fomentar un uso racional de los recursos naturales. Por aquel entonces, Costa Rica no contaba con ninguna reserva natural. Hoy, más del 27% de la superficie del país se encuentra protegida. Con ello, el país centroamericano se sitúa entre los países líderes en esta cuestión. Algo que también hay que agradecer a los pioneros del TSC.
La deforestación de la selva tropical también amenaza la existencia del "Ara Militaris". Esta ave de verdes plumas llega a alcanzar los 90 centímetros de tamaño y es una de las especies de loro más grandes del mundo. Pese a su imponente tamaño y lo llamativo de su plumaje, apenas sí es posible poder contemplarlo. Algo que hay que achacar, por una parte, al hecho de que se trata de un animal muy asustadizo. Pero también porque figura en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por las siglas en inglés). La protección del guacamayo verde es, hoy en día, una de las principales tareas del TSC.
Aumenta la desaparición de lugares de anidamiento
El primer paso para proteger al guacamayo verde: conocer su hábitat natural. Es por ello que los investigadores comenzaron a explorarlo en 1994. Los resultados del estudio fueron decepcionantes. Desde el siglo XIX, las superficies de anidamiento habían descendido en un 90%. El ave solo puede sobrevivir en un biotopo determinado. Es por ello que el TSC adquiere áreas de selva tropical o bien actúa para conseguir la declaración de áreas protegidas.
Junto a la destrucción de la selva tropical, también la caza furtiva pone en peligro la supervivencia de los guacamayos. Especialmente los pájaros jóvenes constituyen un lucrativo negocio: por cada cría se paga entre 150 y 300 dólares estadounidenses, según los científicos del TSC. Proyectos formativos deben servir para que los nativos dispongan de alternativas económicas que les hagan disuadir de dedicarse a la venta de los animales. Además, es necesario concienciar a los habitantes de la selva de la importancia del entorno y de las especies que allí viven. Si no es así, no modificarán su comportamiento, según Monika Melisch, de la organización ecologista Tropical Verde, un importante socio del TSC. "La protección de la naturaleza solo funciona con las personas y no contra ellas", afirma Melisch.
"Ara" como símbolo
Una asociación de veinte organizaciones ecologistas trabaja desde 2001 en la formación del corredor biológico de El Castillo-San Juan-La Selva, que debe extenderse desde Costa Rica hasta Nicaragua. En 2005 alcanzaron su primer éxito: el gobierno declaró reserva de caza la selva tropical de Malenque, en el norte del país. Una región que no solo es una de las más ricas en especies animales, sino que también constituye el principal lugar de nidada del guacamayo verde.
"El guacamayo verde posee una cierta función simbólica", explica Melisch. El motivo: que se trata de una especie animal característica de la biosfera a la que pertenece. "Si se la protege, también se protege la diversidad biológica en su conjunto", sentencia Melisch.
Autor: Michaela Führer
Redacción: Emili Vinagre