Los refugiados olvidados del Sahara Occidental
24 de marzo de 2019"No es fácil vivir aquí", dice Omar sentado en una alfombra en la tienda de su padre en el campamento de refugiados de Awserd, en la parte argelina del Sahara. En este remoto paraje no hay más que desierto, no hay agua, y la agricultura es imposible. "Aquí no hay futuro", agrega el joven de 21 años.
Awserd es uno de los cinco campamentos en Argelia donde viven los refugiados del Sahara Occidental y sus descendientes. La capital de la provincia argelina de Tinduf está a 40 kilómetros de distancia. También está cerca la sede del Frente Polisario, que durante décadas ha luchado por la independencia del Sahara Occidental: en 1975, Marruecos anexó la antigua colonia española y se produjo una sangrienta guerra civil. Desde 1991, ha habido un alto el fuego, pero el conflicto sigue sin resolverse.
"No hay esperanza"
Awserd solo alberga a unas 50.000 personas, en tiendas de campaña, chozas de barro y casas de ladrillo. Omar, quien nació en el asentamiento, vive con sus padres y cinco hermanos en algún lugar entre las áreas dos y tres del campamento. Asistió a la escuela hasta que cumplió 18 años y fue a una universidad argelina. Pero eso no duró mucho. "Tuve problemas porque soy el mayor de la familia y la familia me necesita para ganar dinero y mucho más. Así que tuve que abandonar mis estudios. No hay esperanza", lamenta.
Las personas en los campamentos han tratado de sacar lo mejor de su situación. Establecieron sus propias comunidades, organizando la escolarización, el cuidado de la salud y la distribución de suministros de socorro. El campamento ha existido desde el estallido de la guerra civil. Ahora, después de más de cuatro décadas de conflicto, la desesperanza se está extendiendo, señala el gobernador de Awserd, Mariem Salek Hamda. El suministro de ayuda alimentaria ha disminuido, la mortalidad infantil es el doble de la de Europa y el agua está limitada a 10 litros por día.
¿Un retorno a la resistencia armada?
"La juventud está desesperada porque en esta situación, en la que estamos por más de 43 años, no ven luz al final del túnel", dice Hamda. Desde el alto el fuego de 1991, una misión de las Naciones Unidas ha estado monitoreando la zona adyacente a Marruecos. En realidad, debería estar supervisando un referéndum sobre la independencia del Sahara Occidental.
"Los jóvenes nacidos aquí no ven ninguna solución en el horizonte; una espera de 27 años en las zonas ocupadas, sin paz ni guerra, además de dudas y desconfianza hacia la ONU. Todos los días se escucha que una madre, una hermana o un hermano son secuestrados y maltratados. Todo esto genera insatisfacción que puede llevar a cualquier cosa ", sostiene Hamda.
Algunas personas en los campamentos no ocultan a dónde puede llevar esta insatisfacción. Entre ellos se encuentra Addou al-Hadj, director de visitas al Museo de la Resistencia en el cercano campamento de Esmara. "Estamos cansados de esperar", dice. "Estamos hartos del statu quo. Nadie ha hecho nada en 43 años; hemos esperado más de 27 para una resolución a través de la ONU. Somos personas pacíficas, pero cuando nada se resuelve, estamos preparados para tomar las armas".
Esta es la tensión que los representantes del Frente Polisario llevaron con ellos a la reanudación de las negociaciones en Ginebra el 21 de marzo de 2019. El principal negociador es Horst Köhler, expresidente de Alemania y enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental. Una oferta de Marruecos ya está sobre la mesa: el reino quiere otorgar autonomía al Sahara Occidental. A pesar de las numerosas solicitudes de DW a la embajada marroquí en Berlín, no se pudo realizar una entrevista.
Muchas personas del Sahara Occidental quieren la independencia de su patria, o al menos este referéndum largamente prometido.
Un doble enlace
Mohamed Salem Salek, el ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno en el exilio, lo sabe. Su oficina se encuentra a media hora de Awserd, en Rabuni, la sede de la República Árabe Saharaui Democrática. El Sahara Occidental es miembro de la Unión Africana, pero solo unos pocos países lo reconocen como independiente. "¿Cómo se puede convencer al pueblo saharaui para que sostenga y acepte que la ONU está trabajando en un referéndum con el que pueda ejercer su derecho a la autodeterminación?", dice Salek a DW. "En cambio, la gente dice: 'No, solo están jugando con nosotros", agrega.
Cuando cae la noche en Awserd, Omar se dirige a su casa desde el pequeño negocio de comestibles donde vende agua, un poco de carne y té a quienes pueden pagarlo. Sus ojos vagan hacia los cielos estrellados. "El más hermoso del mundo", dice. Omar a veces sueña con irse lejos, a Europa. Él ha vivido muchos años en condiciones difíciles, dice. Sus hijos deberían tener la oportunidad de vivir una vida normal.
(few/jov)
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