Los populistas a la caza de votos en Europa
22 de diciembre de 2013
En muchos de los países europeos en crisis la economía ha vuelto a crecer. No obstante, este auge es demasiado débil como para que el tenso mercado del trabajo se relaje. En el sexto año consecutivo de crisis, las perspectivas de empleo siguen siendo bajas. En octubre de 2013, más de tres millones y medio de europeos menores de 25 años estaban desocupados. En España y Grecia este porcentaje incluso supera el 50 por ciento.
La opinión pública y los políticos en Europa han registrado este problema. Cuando la generación joven carece de perspectivas, esto también inquieta a las personas mayores. En el verano pasado, la Unión Europea organizó una cumbre sobre el desempleo juvenil, en parte, también por interés propio. “Una generación perdida” no conviene a los políticos.
Karl Brenke, del Instituto Alemán de Investigación Económica, advierte que “si los jóvenes ya tienen problemas para encontrar trabajo al inicio de su vida laboral, muchas veces también crece su distancia hacia la sociedad”.
De la decepción a la resignación
“Primero viene la decepción”, afirma el politólogo Christian Brzinsky-Fay, del Centro Científico de Berlín. Dependiendo de la duración del desempleo, “la decepción se convierte en frustración, que a la larga puede llevar a la resignación”.
No obstante, sobre todo los jóvenes del sur de Europa muestran un espíritu de lucha. En España, por ejemplo, los jóvenes desempleados encabezan el movimiento de los indignados, y también en otros países en crisis salen a las calles a luchar por el cambio.
Esta cultura de protesta, sin embargo, también puede transformarse repentinamente en rabia: “Estamos presenciando una protesta generacional. Los jóvenes tienen la impresión de que la generación de los mayores se ha aprovechado de ellos. Ahora deben pagar por los errores de estas personas que crearon estructuras políticas y económicas deficientes”.
La radicalización como defensa propia
En algunos países europeos, partidos euroescépticos y de extrema derecha se han sumado al movimiento de protesta. Su chivo expiatorio es la Unión Europea, a la que responsabilizan de la mala situación económica.
Si el ambiente político no cambia, la derecha populista saldrá fortalecida de las elecciones europeas en mayo de 2014. “Hemos observado que los partidos populistas en Francia, Holanda y en los países escandinavos están ganando adeptos”, señala Brzinsky-Fay. No obstante, el politólogo no teme una profunda radicalización de la sociedad. La cultura democrática es demasiado fuerte, señala: “El radicalismo es una reacción clásica ante la falta de oportunidades, pero no todos los que sienten que les han sido robadas sus oportunidades se vuelven radicales”.