Estonia, Letonia y Lituania comparten una frontera de más de mil kilómetros con Rusia y Bielorrusia. Tras recuperar su independencia después del colapso de la Unión Soviética, los tres países han desarrollado economías innovadoras y competitivas. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania les ha arrastrado a nuevos desafíos. La lucha por su futuro se da ahora en varios frentes: protegerse de los constantes ataques informáticos, librarse de la dependencia del gas ruso y prepararse ante una posible agresión rusa.