Los nuevos bríos de Turquía
20 de septiembre de 2011Los tiempos han cambiado. La Turquía que antaño veía a la Unión Europea como una puerta al desarrollo y una promesa de bienestar, es hoy un país al que los europeos miran con admiración en términos económicos. Mientras la eurozona batalla contra una crisis sin precedentes y se alzan nubarrones recesivos en su horizonte, Ankara se jacta de un dinamismo económico envidiable, reflejado en un crecimiento cercano al 10 por ciento.
“Multiplicador estratégico”
Esta es la constelación en la que se lleva a cabo la actual visita del presidente turco, Abdullah Gül, a Alemania. Y es la que le permite reiterar la voluntad de su país de ingresar a la Unión Europea con el tono seguro del que no viene a pedir un favor, sino a poner de relieve los beneficios mutuos que traería una mayor integración. A Turquía no le basta con la “alianza estratégica” que propone la canciller alemana, Angela Merkel, quien volvió a reiterar su rechazo a la plena incorporación turca a la UE.
En un discurso pronunciado en Berlín con algo de retraso debido a una amenaza de bomba, Gül se quejó de la dilación en el proceso que podría conducir a la adhesión a la UE. Advirtió que a estas alturas su pueblo ya no ve con tanto entusiasmo esa perspectiva y podría considerar otras opciones. Pero también dejó en claro que Turquía tiene mucho que aportar, también más allá del aspecto económico y comercial. Concretamente, se refirió a las posibilidades que ofrece su país como “multiplicador estratégico”.
El modelo turco
De la mano de su renovado dinamismo económico, Turquía aspira a ganar influencia a nivel internacional. Y la “primavera árabe” le está brindando un escenario que Ankara no ha tardado en aprovechar para promocionar las virtudes de su propio modelo: un Estado secular que -pese a diversos problemas aún no resueltos, como el conflicto curdo- se ha consolidado con éxito, en un país de mayoría musulmana. Durante su reciente viaje a Egipto, Túnez y Libia, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, no se cansó de alentar a sus interlocutores a seguir esa senda.
También en Europa se destaca el valor de la experiencia turca. “Turquía es un ejemplo de que islam y democracia, islam y Estado de Derecho, islam y pluralismo, no tienen por qué contradecirse”, subrayó recientemente el presidente alemán, Christian Wulff, en el periódico Süddeutsche Zeitung.
Israel en la mira
Pero los afanes de Ankara de ganar protagonismo en el mundo árabe también tienen una arista preocupante para Europa: la creciente hostilidad retórica del gobierno turco hacia Israel. Las relaciones entre ambos países se han deteriorado notablemente desde que el año pasado las fuerzas israelíes atacaron una flotilla que intentaba romper el bloqueo de la Franja de Gaza. Y estas tensiones son motivo de preocupación, como lo manifestó expresamente la canciller Merkel este martes al presidente Gül, en Berlín.
Ankara, en todo caso, se muestra dispuesta a jugar sus cartas, a sabiendas de que su peso ha aumentado. Y esto también se aplica a sus relaciones con Alemania, país donde habitan cerca de tres millones de turcos y que constituye una pieza clave para las aspiraciones turcas de integración a Europa.
Autora: Emilia Rojas
Editor: Pablo Kummetz