Los libreros: ¿especie en extinción?
10 de octubre de 2013Para los dueños de pequeñas librerías en Alemania la crisis es un estado permanente. Desde hace años, este sector lucha por sobrevivir. Primero había que combatir a las grandes cadenas de tiendas que comenzaron a vender libros en sus enormes sucursales.
Más recientemente, los libreros se han visto afectados por la competencia de las tiendas por Internet, que registran ventas crecientes.
Las cadenas de tiendas y el comercio electrónico ponen en riesgo a las librerías independientes. “Sobre todo Internet ha sido un cambio brusco”, dice Gabriele Schäfer, directora ejecutiva de las librerías Bosch, en Bonn. “Desde hace dos años crece notablemente el volumen de ventas a través del comercio electrónico”, agrega.
La Asociación de Libreros Alemanes calcula que la venta de libros por Internet acapara ya un 17 por ciento del volumen total en el sector libresco. Hace diez años, dicho nivel era de tan sólo el 4 por ciento.
El caso de Amazon
El comercio electrónico de libros es dominado por el consorcio estadounidense Amazon, que vende tres de cada cuatro libros adquiridos por Internet en Alemania. “Debemos reaccionar”, dice Schäfer. Su librería, como el 80 por ciento de las demás, tiene su propio sitio de ventas por Internet.
Pero las ganancias no son muchas. Las tiendas por Internet de librerías establecidas captan apenas el 1,5 por ciento del volumen de ventas.
Así, la única ventaja competitiva de las librerías tradicionales respecto de tiendas electrónicas como Amazon radica en empleados aptos, que conozcan y aconsejen de manera personalizada a sus clientes.
“Amazon reconoce el perfil de los clientes a través de una base de datos”, afirma Marianne Giese, quien trabaja desde hace más de 30 años en la empresa familiar de Gabriele Schäfer. “En cambio, nosotros podemos preguntarles cómo está la abuelita, o si les gustó el último libro que compraron aquí. Conocemos a algunos de nuestros clientes desde hace décadas”.
Giese opina que el futuro del sector está en el diálogo directo con el cliente, a través del cual se dará a este un mejor servicio. “Sólo así podremos sobrevivir”, señala.
¿Y los nuevos libreros?
Cada vez son más las librerías que cierran debido al crecimiento del negocio online. La Asociación de Libreros Alemanes indica que el número de sus miembros ha decrecido de 4800 en 1999 a 3500 en 2012.
También falta el relevo generacional. En 2012, el número de aprendices del sector libresco fue de 1.500, una contracción de 25 por ciento en tan solo cuatro años. Después de todo, ¿qué joven ve su futuro en una actividad que parece condenada?
Un ejemplo es el de Helena Flenner. A sus veintitantos años de edad, la chica usa el Internet y es uy activa en las redes sociales. También compra en Amazon, “pero nunca libros”, dice.
“Y conozco muchos que opinan lo mismo y prefieren ir a las librerías”, dice. Es por eso que su familia nunca la trató de disuadir para que cambiara de profesión. “Ellos saben que la profesión de librero es lo mío”, asevera Flenner.
La clave: especialización
Sebastian Reiß también es aprendiz de librero, y coincide en que las librerías establecidas aún tienen oportunidad de enfrentar el futuro con éxito. “Uno no debe ser tan negativo”, afirma. Los lectores de libros electrónicos (e-books), por ejemplo, no son materia perdida para las librerías tradicionales, opina.
Flenner, por su parte, dice que la clave posiblemente se encuentre en la especialización. “Ya existen librerías que sólo venden literatura detectivesca o juvenil”, dice. Además, en Alemania los libros cuestan lo mismo, ya sea en Amazon o en las librerías tradicionales. “Y si no tenemos los libros en existencia, somos capaces de entregarlos en un lapso idéntico al de Amazon”, afirma la joven.
La única diferencia la marcan, en este sentido, los libros electrónicos, que llegan al ordenador o los dispositivos móviles de los lectores en cuestión de segundos. Pero para muchos, la lectura es una experiencia que implica necesariamente el contacto con las páginas en papel.
Como quiera que sea, la librería fundada por los abuelos de Gabriele Schäfer, como muchas otras, resiente los embates de las nuevas formas de comercialización. “Espero que las librerías tengan algún futuro, aunque haya menos de ellas. El fin del comercio tradicional, incluido el de los libros, sería también el fin de las ciudades tal y como las conocemos”.