Los lastres del Deutsche Bank
31 de enero de 2013Jürgen Fitschen y Anshu Jain, los presidentes ejecutivos del Deutsche Bank, habían prometido mejoras. “Haremos todo lo que sea posible para encarar el pasado”, dijeron a los empleados de la institución bancaria en una misiva de Año Nuevo.
También afirmaron que vendría “un cambio cultural” en el mayor banco de Alemania. Dicha reforma, admitieron, tomaría tiempo. Pero no se esperaba que tanto. En el informe de hoy, se dio a conocer que el Deutsche Bank registró pérdidas por 2.150 millones de euros en el último trimestre de 2012. Arrastradas por estas cifras, las ganancias del banco descendieron 84,6 por ciento ese mismo año, comparadas con las de 2011.
Graves cargos
Las causas estuvieron a la vista de todo el mundo. El pasado mes de diciembre, patrullas de la policía federal alemana rodearon las Torres Gemelas de Fráncfort (sede del Deutsche Bank). A éstas ingresaron investigadores y agentes, algunos de ellos armados. Su misión: salvaguardar evidencia relacionada con las acusaciones que pesan sobre la institución bancaria.
Las autoridades sospechan que el Deutsche Bank está implicado en delitos como evasión fiscal, fraude, y, junto con otros bancos, manipulación de tasas referenciales. Además, “se acusa a los imputados de retener evidencia relevante al no presentar denuncia por sospecha de lavado de dinero”, dijo en aquella ocasión el fiscal general, Günter Witti.
La primera reacción de Fitschen ante estos sucesos fue presentar una queja ante las autoridades del estado de Hesse. Quedó entonces la impresión de que el Deutsche Bank quería pasar por encima de la ley.
¿De vuelta hacia los clientes?
Los ejecutivos al frente del Deutsche Bank afirman, sin embargo, que el banco necesita un “cambio cultural”. En su llamada “Estrategia 2015”, resaltaron que los bancos tienen una función natural como mediadores entre los ahorradores y los deudores de crédito. Habría que recobrar tal misión, decía el informe. El banco pretendía mandar un mensaje de confianza dirigido a sus clientes. Y no sólo en el papel.
Por ejemplo, la firma intenta separarse cuanto le sea posible del negocio con acciones de riesgo: valores calificados como “tóxicos” por un monto de 122 mil millones de euros. Éstos fueron depositados en una especie de “banco malo” al interior del propio Deutsche Bank, y a través de ese apéndice corporativo siguió poniéndolos en el mercado.
La institución operaba así en una zona gris dentro del mercado de capitales, asunto que incomodaba a las autoridades encargadas de vigilar el comportamiento de los bancos. “Poco es lo que ganamos cuando promovemos un giro hacia los mercados con débil o nula regulación”, dijo la jefa de la Comisión Bancaria alemana (Bafin), Elke König.
Lo que no está prohibido...
Se hacía todo lo permisible dentro de los mercados. El “cambio cultural” consiste principalmente en alejarse de la tendencia a ganar mucho dinero y muy rápido dentro del mercado de riesgos.
Al mismo tiempo, la cúpula del Deutsche Bank no cree que los cambios deban llevarse a niveles extremos. “'Opinamos que el banco no necesita una revolución”, dijo Jain el año pasado. Pero él mismo fue quien levantó el controvertido banco de inversiones del Deutsche Bank en Londres.
“Los lastres del pasado pesan demasiado”, dice a este respecto Stefan Bongardt, analista de la organización Independent Research. El estado de Sajonia, así como los bancos estatales de Baviera y Baden-Württemberg, han llevado al Deutsche Bank a la corte, argumentando que fueron engañados en la venta de acciones “tóxicas”. En total, los juicios en contra del Deutsche Bank por los cargos mencionados causaron al banco pérdidas por 1.600 millones de euros en 2012, principalmente en el último trimestre.
Por si fuera poco, otros factores como la declaración de insolvencia del consorcio mediático Kirch se sumaron a la lista de tribulaciones del Deutsche Bank. En el reporte presentado hoy, quedaron reflejadas las consecuencias de todos estos factores, y no los efectos del prometido cambio cultural.
Autor: Henrik Böhme/Enrique López
Editora: Emilia Rojas-Sasse