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Con dos tribus de indígenas ha abierto una academia internacional en plena selva ecuatoriana. Los estudiantes de las universidades alemanas pueden realizar allí sus investigaciones, la población autóctona asiste a cursos de capacitación y el turismo científico les reporta beneficios. De esta forma, los indígenas se convierten en guardianes de su propia selva, ya que la pobreza no los obliga a venderla a consorcios petrolíferos o madereros.