Los expertos en armas químicas
10 de septiembre de 2013La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW), con sede en La Haya, controla desde 1997 la implementación de la Convención sobre las Armas Químicas, que prohíbe la producción y el uso de ese tipo de armas y prescribe que todas los arsenales deben ser destruidos.
En los medios se habla generalmente de un “informe de la ONU” en relación con la investigación del uso de gases tóxicos en Siria. Son los expertos de la OPCW, sin embargo, quienes realizan la mayor parte de las tareas. La organización analiza las pruebas traídas de Siria en sus laboratorios propios en Holanda y encarga análisis especiales en laboratorios de todo el mundo.
Las Naciones Unidas se encargan luego de presentar los resultados, dice Michael Luhan, portavoz de la OPCW: “La ONU es la organización que encarga las pruebas y por lo tanto también es propietaria de los resultados”. La OPCW nada tiene que ver con la publicación y permanece por lo tanto invisible para la opinión pública.
La primera vez
Tan poco conocido como la propia OPCW es también su secretario general, el turco Ahmet Üzümcü, que la dirige desde 2010. Üzümcü conoce Siria, ya que vivió y trabajó allí como cónsul general de Turquía de 1982 a 1984, en Alepo, una de las ciudades más seriamente afectadas por la guerra.
Es la primera vez que la OPCW realiza una misión como la de Siria. Su tarea central es en realidad otra. Todos los Estados Partes de la Convención sobre las Armas Químicas se comprometieron a destruir sus arsenales químicos. La OPCW fue creada en 1997 para controlar ese proceso con 125 inspectores, que deben poder acceder en todo momento a las correspondientes instalaciones militares en todos los países.
La OPCW es financiada por los propios Estados en la misma proporción de sus aportes a la ONU. A pesar de su estrecha relación con la ONU, la OPCW es una institución autónoma, que solamente tiene un contrato con las Naciones Unidas.
Casi todos los Estados del mundo han firmado la Convención de Armas Químicas, que forma parte del derecho internacional vinculante. Las excepciones son, además de Siria: Angola, Egipto, Corea del Norte y Sudán del Sur. Israel y Myanmar la han firmado, pero no ratificado. Rusia ha llamado a Siria a destruir ahora sus armas químicas y adherirse a la OPCW.
Destruir, más caro que producir
Michael Luhan, el portavoz de la OPCW, dice que la mayor parte de las armas químicas existentes en el mundo hasta antes de la Convención han sido ya destruidas. “Podemos certificar que el 80% ya no existen”, asegura. Esa cifra es confirmada por Ralf Trapp, que ayudó a crear la OPCW y hoy trabaja como asesor independiente. No obstante, relativiza los progresos realizados: “En realidad estaba previsto destruir todas las armas químicas en un lapso de entre 10 y 15 años contando a partir de 1997”.
El proceso debería estar por lo tanto ya concluido. Sobre todo Rusia y Estados Unidos, los dos países con los mayores arsenales químicos del mundo, están retrasados. Según la OPCW, de las 40.000 toneladas que tenía Rusia originalmente, ha destruido el 75 por ciento. Estados Unidos tenía originalmente 30.000 toneladas, de las cuales destruyó hasta ahora el 90 por ciento.
“Es diez veces más caro destruir armas químicas que producirlas”, explica Trapp. “Destruir esas grandes cantidades de tal forma que no quede nada y no sean contaminados ni seres humanos ni el medio ambiente plantea grandes desafíos. Se necesitan mucho tiempo y grandes inversiones”. La OPCW seguirá controlando ese proceso, quizás próximamente también en Siria.
Autor: Marcus Lütticke/PK
Editora: Claudia Herrera Pahl