Los cazadores de nieve de Escocia
4 de enero de 2022Desde la distancia, la capa de nieve se muestra de un blanco brillante, pero de cerca se ven las piedras grises y la arenilla de los acantilados de arriba. A pesar de su aspecto desaliñado, el cazador de nieve Iain Cameron está feliz de encontrar este fragmento en octubre.
Cameron se encuentra bajo las murallas rocosas del Aonach Beag, en Escocia, de 1.234 metros. Deja su mochila y saca una gran cinta métrica. La capa de nieve, conocida como manchón de nieve o nevero, mide unos 30 por 20 metros y, según sus cálculos, tiene un par de metros de grosor. Es bastante pequeño, pero resultará ser el único manchón de nieve que queda en el Reino Unido del invierno pasado.
Aonach Beag se encuentra cerca de la costa occidental de las Tierras Altas escocesas, junto a la montaña más alta del Reino Unido, Ben Nevis. Los manchones de nieve más antiguos de Escocia se encuentran en la zona de Ben Nevis o en las altas y redondeadas montañas de Cairngorm, 70 kilómetros al este.
La primera desaparición registrada de toda la nieve en las montañas escocesas fue en 1933, pero desde entonces ha surgido un patrón inquietante, según Cameron.
"La nieve volvió a desaparecer por completo en 1959, luego se fue en 1996, 2003, 2006 y 2017, y estuvo muy cerca de derretirse también en 2019”, dice. "No hace falta ser un genio para ver que el ritmo de desaparición se está acelerando. Los climatólogos nos dicen que esto se debe al cambio climático”, señala.
Cameron asesora a empresas en cuestiones de salud y seguridad. En su tiempo libre, sin embargo, es un entusiasta del senderismo y el principal experto no oficial de Escocia en neveros. Ya de niño, este cazador de nieve, que ahora tiene 48 años, se sentía fascinado por las superficies blancas que aún podían verse durante el verano. Los manchones de nieve son pequeñas masas de nieve y hielo localizadas en depresiones, lechos de ríos y pendientes protegidas, que son capaces de subsistir en verano a mayores temperaturas.
Cameron pertenece a un pequeño grupo de excursionistas, esquiadores y montañeros que visitan estas capas de nieve en verano y otoño y las observan de cerca. Están en contacto entre sí a través de las redes sociales. Todos ellos son aficionados movidos por su pasión por la nieve y la montaña y el deseo de registrar y documentar los cambios que observan en el clima de la montaña.
"Es importante y fascinante registrar todas las observaciones”, señala Cameron, que ha escrito un libro sobre el tema. "Y te da una sensación de propósito cuando subes a la montaña”.
Nieve que desaparece
A finales del siglo XIX, los montañeros del Scottish Mountaineering Club comenzaron a documentar los manchones de nieve. La investigación científica comenzó en la década de 1940. Cameron y sus compañeros de escalada llevan 25 años facilitando sus datos a la Real Sociedad Meteorológica del Reino Unido, que cada año publica un informe con los resultados.
Los manchones de nieve son un indicador de los cambios de temperatura en las regiones montañosas de Escocia, que forman parte de los 47 millones de kilómetros cuadrados de la Tierra que se cubren de nieve cada invierno. La superficie blanca de la nieve refleja la luz solar, contribuyendo al enfriamiento del planeta. Su deshielo mantiene el nivel de los ríos incluso en períodos secos, y el agua helada del deshielo los mantiene frescos.
No hay glaciares ni manchones de nieve permanentes en las montañas escocesas, pero la mayoría de los años sobreviven algunos neveros de un invierno a otro. En primavera y verano, el deshielo enfría las aguas de ríos como el Spey, famoso por su salmón. El río ya está más caliente, en parte por la menor cobertura de nieve, año tras año. Peces como el salmón y la trucha se reproducen peor en aguas más cálidas.
Según un estudio dirigido por el estadístico Mike Spencer, de la Universidad de Edimburgo, basado en otros datos recogidos a lo largo de muchas décadas, la capa de nieve en los montes Cairngorms ha disminuido considerablemente en los últimos 35 años. Spencer cree que en 2080 los Cairngorms podrían tener inviernos sin cantidades significativas de nieve.
Una ciencia ciudadana inestimable
Helen Rennie también es cazadora de nieve. Esta mujer de 68 años, de Inverness, se dio cuenta de que los manchones de nieve eran cada vez más pequeños durante su esfuerzo por batir el récord de esquiar en las montañas escocesas cada mes durante diez años.
Hubiera empezado en 2006, pero un diagnóstico de cáncer ese mismo año puso fin a su plan. Se recuperó y en 2009, comenzó su carrera de récords, que solo la pandemia de COVID-19 detuvo.
Ahora sigue subiendo a los manchones cuando puede. "La nieve tiene que acumularse a lo largo del año para que los neveros sean estables y se mantengan”, dice. "Hay muchas variables: la dirección de la que procede la nieve, el tiempo después de la nevada, si hay muchos ciclos de congelación y descongelación que solidifiquen la nieve en hielo. Si el frío es permanente, se mantiene blanda y esponjosa”, aclara.
El científico experto en nieve de la Universidad de Edimburgo Alex Priestley, estudia el derretimiento de la nieve y cómo afecta a los neveros de Escocia y los Alpes. Como las montañas de Escocia suelen estar habitualmente nubladas, las imágenes por satélite son de escasa utilidad en los estudios de la capas de nieve, lo que hace que los datos de los cazadores de nieve, como Rennie y Cameron, tengan un valor incalculable.
"Es realmente importante entender el impacto que el cambio climático está teniendo en estos lugares remotos. Porque gran parte de la biodiversidad depende de ello”, señala Priestley.
Por ejemplo, el chorlito carambolo, un ave migratoria que pasa regularmente los meses de verano en las montañas escocesas, se encuentra ahora en peligro de extinción, continúa Priestley.
"Si estuvieran en los Alpes, simplemente ascenderían la montaña unos cientos de metros si hiciera más calor, para volver a su zona de confort. Pero en Escocia, si ya viven a 1.200 metros de altitud, se quedan sin montaña”, aclara.
Explica, además, que los datos detallados de los manchones de nieve pueden usarse como una aproximación de los cambios en la cubierta de nieve general para ver cómo se correlacionan con los cambios en el comportamiento de la fauna salvaje.
"El que tengamos acceso a los datos de los cazadores de nieve es fantástico. En principio, se trata de una serie de observaciones a largo plazo desde lugares muy remotos. Sería difícil obtener ese tipo de datos de otra manera”.
Duras realidades
Un frente de tormenta fría atravesó las Tierras Altas a finales de noviembre. Para entonces, el manchón de nieve de Aonach Beag se había derretido hasta los 15 metros. Ahora la zona está desapareciendo bajo la nieve fresca. 2021 se considera un año en el que los manchones de nieve han sobrevivido a los meses de verano.
Es un alivio para los cazadores de nieve, que habían temido otro año de pérdida total. Pero Cameron sabe que esos años serán cada vez más frecuentes.
"Para alguien que ha conocido y visitado este lugar durante décadas, se desarrolla una cercanía increíble. Tienes un apego casi irracional al lugar”, confiesa Cameron. "Los demás sienten lo mismo. Además de nuestra experiencia emocional y científica, existe una tristeza infinita cada vez mayor”, señala.
Autor: Richard Baynes, Escocia
(arb/ers)