Los alemanes a los ojos del mundo
7 de abril de 2013
Sondear la percepción que los alemanes tienen de sí mismos no es tarea fácil. La compleja historia de Alemania hace que las encuestas más informales se conviertan en misiones espinosas; cuando no es una opinión recurrente la que atiza el escándalo, son las grandes omisiones las que hieren la sensibilidad de unos conciudadanos u otros. Por ejemplo, el domingo 7 de abril de 2013 cierra sus puertas en Hamburgo la exhibición itinerante Homestory Deutschland –organizada por la Iniciativa Gente Negra de Alemania (ISD)–, que busca corregir la errada impresión de que la población germana es étnicamente homogénea, es decir, blanca.
No obstante, averiguar cómo ve el resto del planeta a los compatriotas de Schiller, Marx y Rammstein tampoco es una empresa sencilla. El Ministerio Federal de Exteriores y el Instituto Goethe, con sus 150 agencias en 93 países, podrían publicar lo que saben al respecto; pero no lo hacen. Allí está el mérito de los corresponsales teutones que accedieron a hablar sobre la imagen que se tiene de los alemanes en el libro Así nos ve el mundo. Lo que cuentan no es el resultado de investigaciones exhaustivas, sino de sus experiencias cotidianas y de sus conversaciones con los habitantes –“los de arriba y los de abajo”– de más de quince naciones.
Aterradores, atractivos
Demasiado dominantes, impacientes, sabelotodos, insensibles y egocéntricos. Así son descritos “los alemanes” en este momento; no solamente en Grecia, España e Italia, sino hasta en países donde Alemania, como país, disfruta de mucho prestigio. “Se nos respeta, pero no se nos quiere”, dice Hanni Hüsch, corresponsal de la televisora pública ARD en Estados Unidos durante varios años. Sus colegas en otras latitudes la secundan. Lo asombroso es que los defectos que se les imputan a los alemanes no tengan efectos negativos tangibles. De alguna manera, la admiración de sus rasgos positivos pesa más a la hora de emitir juicios.
Otra aspecto sorprendente: existe un creciente interés por Alemania y su gente; uno que trasciende la curiosidad que despertó el país tras su reunificación. Puede que Alemania luciera un poco gris y ensimismada a principios de los noventa, pero desde que su clase política se ha visto obligada a defender su posición en el marco de la crisis financiera, no hay quien le quite los ojos de encima. Los periodistas que participaron en el proyecto editorial Así nos ve el mundo sostienen que el “nuevo carácter” de Alemania es simultáneamente aterrador y atractivo.
Los alemanes deberían cultivar más el “guanxi”
Los italianos y los griegos que protestan en las calles contra las condiciones que pone el Gobierno de Angela Merkel a cambio de auxilios económicos, no han dejado de reconocer las virtudes germanas súbitamente. El corresponsal Jannis Papadimitriou no dice mucho en el libro sobre el potencial conciliatorio de la imagen positiva que los sureuropeos continúan proyectando sobre Alemania, pero asegura que una tendencia a amistarse de nuevo con los teutones está cobrando fuerza en la península helena. Al otro lado del mundo, los chinos se sienten decepcionados al ver que la admiración que expresan por los alemanes no es correspondida.
“En China se piensa que Alemania es fabulosa por la cantidad de filósofos, músicos y científicos que nacieron en este país. Lamentablemente, los alemanes no se interesan mucho por lo que ocurre más allá de sus fronteras y, en general, no son muy cosmopolitas”, señala Erning Zhu, quien escribe para la redacción china de Deutsche Welle. Muchos chinos también lamentan que los alemanes no cultiven las relaciones interpersonales, eso que en China se conoce como “guanxi”. “Los alemanes están anclados en las reglas y las leyes, y tienen serias dificultades para resolver problemas de una manera informal, a un nivel personal”, agrega Zhu.
Autos alemanes entre judíos
La imagen que se tiene de los alemanes en Turquía es muy balanceada porque muchos tienen parientes que han vivido o trabajado en Alemania. Hay amistad y afecto entre muchos turcos y alemanes; eso pone coto a la proliferación de prejuicios o estereotipos basados en las nacionalidades. La visión que tienen los turcos del Gobierno alemán es otra cosa: la manera en que los políticos germanos y las instituciones en Alemania han manejado el caso de los asesinatos racistas perpetrados por el grupo terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista entre 2000 y 2007 es sólo uno de los factores que han enviciado las relaciones binacionales.
Jürgen Gottschlich reporta que, como Berlín se ha empeñado tan abiertamente en impedir la entrada de Turquía a la Unión Europea, “ahora los turcos se muestran indiferentes hacia Alemania y procuran convertir a Estambul en la bisagra entre Europa y Asia”. Por otra parte, en Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Polonia e Israel, son cada vez menos las personas que les echan en cara a Alemania los crímenes cometidos por los nacionalsocialistas. Muchos israelíes perciben a los alemanes como los mejores amigos y aliados. La comediante estadounidense Sarah Silverman llega al punto de bromear sobre la popularidad de los coches alemanes entre los judíos.
Autores: Wolfgang Dick / Evan Romero-Castillo
Editor: Diego Zúñiga