"Lorca son todos": polémica exhumación de la fosa común
3 de noviembre de 2008Los tiros cayeron en la madrugada del 19 de agosto de 1936. “Mataron a Federico/cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos/ no osó mirarle a la cara./ Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva!”, escribía el poeta Antonio Machado después de la muerte de su amigo. Federico García Lorca había pasado su última noche junto con otros tres prisioneros en La Colonia, un antiguo albergue escolar, que los esbirros del fascismo habían convertido en cárcel provisional.
Por homosexual, por poeta y por izquierdista, los fascistas odiaban a Lorca, quien no murió solo: el maestro del pueblo, Dióscoro Galindo, y los sindicalistas Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí compartieron su destino. Se dice que el poeta no creía que lo fueran a fusilar. La esperanza se acabó cuando un guardia le avisó que los cuatro iban a salir a dar un paseo. “Paseo” era sinónimo de sentencia de muerte. Se envió a los hombres a la calle. “¡Corred!”, gritaron sus asesinos antes de dispararles. Los cuatro cuerpos fueron arrastrados hasta la cuneta.
Los nietos quieren claridad
72 años después, el nieto de Francisco Galadí lucha para lograr la exhumación de los huesos de su abuelo. En los años 30 del siglo XX, Galadí era líder sindical. “En el año 36 mi abuelo era más conocido que García Lorca en Granada”, cuenta su nieto. Eso se debía también a que pertenecía al mundo del toreo, a que era un banderillero talentoso. “Tú imagina. En el mundo de los toros, un mundo de la derecha, y éste era de la izquierda; era una persona de izquierda en el mundo de la derecha”, dice Galadí.
La Guerra Civil fue una guerra fratricida en la que cayeron 600.000 personas, una carnicería en la que participaron los de la derecha como los de izquierda. Sin embargo, mientras que los fascistas pudieron llorar a sus muertos públicamente, en la era franquista fue un tabú hablar de las atrocidades cometidas en contra de “los rojos”. Tenía más de 20 años cuando Galadí supo de la suerte de su abuelo. “Mi madre, que es la única que vive de las personas de aquel tiempo, no puede ver nada en la tele de este tema. Se muere de miedo”, relata Galadí.
A pesar de ello, el nieto del sindicalista quiere darle un entierro digno a su abuelo. Pertenece a la generación de los que quieren saber lo que ocurrió en aquellos años. El pacto del silencio se ha roto. Mucho tiempo ha luchado por abrir esa fosa, se enfrentó a un obstáculo tras otro. Entonces se dirigió, junto con la nieta del maestro Galindo, al juez que se hiciera famoso por el proceso contra el dictador chileno Augusto Pinochet: Baltasar Garzón. Y tuvo éxito. Garzón se declaró dispuesto a plantear un juicio al franquismo. Éste, un proceso de alto valor simbólico, divide a España. Garzón ordenó exhumar otras 19 fosas comunes, entre ellas la que supuestamente contiene los restos de Lorca.
Preocupaciones de la familia Lorca
Para la familia Lorca fue una mala noticia. Siempre se había opuesto a abrir la fosa; su mayor temor es que la exhumación se convierta en un macabro espectáculo para los medios. “Ese lugar es un cementerio, un lugar de memoria, es un testimonio del horror de la represión fascista, de los asesinatos espantosos que tuvieron lugar en España. Nos hubiera gustado que el lugar no se perturbara”, dijo a DW-WORLD Laura García Lorca, sobrina nieta del poeta y presidenta de la Fundación García Lorca. “Lorca eran todos”, reza una placa recordatoria en Viznar.
“Hemos dicho que no nos vamos a oponer a una decisión judicial y tampoco queremos enfrentarnos a otra familia que quiera recuperar los restos de su familiar”, dice García Lorca. O sea, en primera instancia, la familia Lorca da luz verde para que se abra la fosa.
Especulaciones en torno a la fosa
Todavía no está claro si los restos de Lorca se encuentran verdaderamente ahí donde se los supone. La carretera entre Viznar y Alfacar discurre entre colinas llenas de olivares y bosques de pinos. En una curva del camino se supone que está la fosa. Que él enterró a los cuatro hombres bajo un olivo en esa curva, le contó en los años 60 Manuel Castilla al historiador irlandés Ian Gibson, especialista en la obra de Lorca. A Castilla, a quien llamaban Manolo el comunista, le fue perdonada la vida para que trabajara como enterrador. En los años 80, en torno a la supuesta fosa se erigió el Parque García Lorca y se puso una placa recordatoria. Sin embargo, no es seguro que sus restos estén realmente ahí.
El periodista y autor Francisco Vigueras ha investigado la vida de los tres hombres que murieron junto con el poeta y es miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Vigueras cree que el testigo pudo equivocarse y muestra, a unos cien metros, un segundo lugar llamado El Caracolar que se parece muchísimo al primero. También está en un curva poblada de olivos. “Castilla estaba muy nervioso cuando le mostró la fosa a Gibson”, dice Vigueras y añade: “era en pleno franquismo y Viznar había sido declarada zona de guerra”. Bajo los árboles hay una gran piedra; sobre ella, mal tallado, algo parecido a una cruz. Así marcaban los sepultureros los lugares donde habían depositado los cadáveres; se quería evitar que los agricultores utilizaran el terreno.
Según Vigueras, sólo una exhumación puede sacarnos de la incertidumbre. Se trata de investigar las atrocidades de aquel tiempo; alrededor de 2.000 republicanos fueron ejecutados y enterrados en los alrededores de Viznar. “En Granada no se ha abierto ninguna fosa común hasta ahora. Sigue siendo un tabú. Las autoridades no quieren oír hablar de ello. Por eso nos alegramos de la decisión del juez Garzón”, cuenta Vigueras.
En Viznar y Alfacar hay mucha gente que ve con escepticismo el asunto. Un anciano de bastón se pasea por el pueblo y comenta: “¿Para qué sirve eso ahora? Eso no le devuelve la vida a nadie”. Una mujer de 70 años se queja: “Es una tontería desenterrar todo 70 años después, cuesta millones”.
Esos comentarios le duelen al nieto de Galadí. A él lo que le importa es enterrar a su abuelo dignamente en un cementerio. “Yo no voy en contra de nadie. Ahora no vamos a ir a tomar represalias en contra de los nietos de los que mataron a mi abuelo, a Garcia Lorca. Eso es de locos. Nosotros vamos a dignificar los restos, y punto, y ya está”, afirma. Desde hace 10 años lucha por la exhumación. Su padre ha muerto entretanto; su madre aún vive, tiene 83. Podría presenciar todavía el entierro digno del banderillero Francisco Galadí.