LiMo: un museo para vivir la literatura
6 de junio de 2006
Si hasta ahora la pequeña ciudad de Marbach se podía preciar "sólo" de ser la ciudad natal del poeta alemán Friedrich Schiller y de albergar el Archivo Alemán de Literatura -paso obligado de todo estudioso e investigador de documentos originales-, a partir de hoy la engalana una nueva y única joya: el Museo de Literatura de Marbach (LiMo), cuyo lema reza "lo que queda de un siglo literario".
Literatura para vivirla
Tanto el manuscrito de El Proceso de Franz Kafka (1883-1924) como el certificado de expulsión de la escuela del sarcástico dramaturgo, poeta y escritor de libros infantiles Erich Kästner (1899-1974) pueden ser observados en este museo, que persigue un objetivo muy moderno: hacer al visitante comunicarse con la literatura. Sin tablas explicativas, con poca luz, a 18 grados y con una humedad del 50% (lo que, concepto aparte, persigue conservar mejor los 1.300 objetos y documentos expuestos), el visitante -también los menos informados y sobre todo los niños- deben poder ver mucho y, paradójicamente, leer poco.
Minimalismo
Que el museo pretende presentar un rostro sin pintura de la literatura, declara su directora, Heike Gfrereis. Lo que quiere decir es que se han propuesto evitar las interpretaciones, las contextualizaciones, las instalaciones, los videos, pues por experiencia, dice Gfrereis, la mirada se dirige a todo lo que sea grande, alto, colorido y se mueve, aunque el texto manuscrito que esté al lado sea lo más precioso y valioso del mundo. 38 inmensas vitrinas contienen la exposición permanente, y todas pretenden sólo mostrar, la información se limita a apellido y año del objeto expuesto. Así que ahí aparte de palabras, libros e ideas, se pueden ver documentos originales, cosas, objetos cotidianos, objetos queridos, cartas, cartas de amor, pero no tablas informativas. Todo ordenado con rigurosidad cronológica.
Cronología
La modernidad que se presenta en la exposición permanente de Marbach empieza con el filósofo y filólogo Friedrich Nietzsche (1844-1900) y Theodor Fontane, el novelista del realismo burgués (1819-1898), y termina, más o menos, con el siglo XX. Entre la inmensa cantidad de papel que cabe en un siglo, hay algunos folios de valor incalculable: el manuscrito del Lobo Estepario del premio Nobel de Literatura de 1946, Herman Hesse (1877-1962), el de Ser y tiempo del filósofo Martin Heidegger (1889-1976) o el de Emil y los detectives de Kästner.
A pesar del minimalismo de este museo, base y orgullo de su concepto, también están abiertas las puertas para quien quiera saber más: un sabio aparatito multimedial puede acompañar al visitante, si lo quiere. Aparte de eso, a los menores les está dedicada una sala especial en donde pueden jugar virtual e interactivamente con el material literario del museo; se les ofrece también visitas temáticas guiadas tales como: "Cartas de amor. ¿Con qué se escribieron las cartas que se exponen en LiMo? ¿En qué papel? ¿Con qué palabras?".
En resumen, lo que los expertos del LiMo quieren decir, según Ulrich Raulff, director del Archivo Alemán de Literatura, es: "Ven a Marbach, porque allí ves los bestseller de ayer y de anteayer y la gran literatura y las pequeñas obras, los grandes libros. Ves, simplemente, la vida entera de la literatura de un siglo, por medio de objetos asombrosos, fantásticos, enternecedores, en parte tristes, pero siempre impresionantes". Entre estos últimos se puede contar la radiografía del cráneo de Kästner o una agenda en donde Gottfried Benn escribió, después de que fallara el plan de matar a Hitler el 21 de julio de 1944: "¡Atentado!".