Libia tras Gadafi: ¿democracia o caos?
22 de agosto de 2011Con el régimen de Muamar al Gadafi derrumbándose, la euforia se ha apoderado de las calles de Trípoli, la capital libia. Tras más de medio año de combates, casi 42 años de dictadura parecen llegar a su fin. Pero el derrocamiento de Gadafi supone tan sólo el inicio de un proceso que debe concluir con la democratización del país y que, hoy por hoy, plantea numerosas incógnitas.
¿Cuál es la hoja de ruta de los rebeldes?
El denominado Consejo Nacional de Transición (CNT) ha sido, durante los últimos meses, la principal cabeza visible del movimiento opositor a Gadafi. Un organismo reconocido hasta ahora por más de una treintena de países como interlocutor válido y autoridad legítima de la Libia "posgadafi". La institución, en definitiva, que debe liderar -cuando menos, en su fase inicial- el proceso de democratización del país.
Entre sus objetivos inmediatos, figuran el establecimiento de una autoridad constitucional y la celebración de elecciones libres, supervisadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU). Al parecer, el Consejo cuenta incluso con un "equipo de estabilización" con base en Dubai integrado por unas 70 personas, encargadas de diseñar la transición del país tras la guerra civil, incluyendo cuestiones como la seguridad, la atención sanitaria, la educación y las infraestructuras.
Ésas y otras cuestiones estarán seguramente en el orden del día de la cumbre que la semana que viene celebrará en París el denominado Grupo de Contacto para Libia, que deberá diseñar una hoja de ruta para la transición en el país norteafricano. Antes, este mismo miércoles, el primer ministro del Consejo Nacional de Transición, Mahmud Yibril, será recibido en la capital francesa por Nicolas Sarkozy.
Hay que evitar un vacío de poder
No sólo la población libia, también la comunidad internacional celebra el derrocamiento de Gadafi. Pero pese al optimismo que parece haber despertado su caída, no son pocas las voces que alertan de los riesgos que se ciernen sobre el proceso de transición. "La experiencia revolucionaria nos enseña que, para aquellos que conquistan el poder, resulta difícil mantenerlo", resumía Mijail Margelov, representante para Libia del presidente ruso, Dmitri Medvedev.
De momento, el Consejo pretende trasladarse lo más pronto posible a Trípoli para evitar un vacío de poder. Desde Bengasi, la ciudad del este del país que en febrero fue escenario de los primeros enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad de Gadafi, y que posteriormente se convirtió en capital y bastión de los insurgentes.
Pero ¿hasta qué punto será capaz el Consejo Nacional de Transición de unificar y acoger bajo su manto a los diferentes grupos rebeldes que han contribuido a derrocar a Gadafi? Y, lo más importante: ¿existe una figura capaz de aglutinarlos a todos para construir el futuro democrático del país? A día de hoy, son pocos los analistas que se atreven a dar una respuesta afirmativa concluyente a ambas preguntas.
Oposición heterogénea, ¿un riesgo para la transición?
De entrada, determinadas figuras del Consejo de Transición despiertan recelos entre gran parte de los opositores por su responsabilidades pasadas en el régimen de Gadafi. Es el caso, ni más ni menos, de Mustafa Abdel Jalil, el presidente del Consejo, y Ministro de Justicia libio hasta el pasado febrero. El propio primer ministro del Consejo y futurible jefe de gobierno, Mahmud Yibril, fue fiel partidario de Gadafi. Son muchos los rebeldes que desconfían y exigen nuevas caras sin vínculos con el pasado.
Las divergencias internas en el seno del Consejo de Transición no acaban aquí. A la presencia de antiguos colaboradores de Gadafi desertados y de figuras opositores de larga trayectoria, hay que añadir un largo espectro de posiciones políticas dispares: desde nacionalistas árabes a socialistas, pasando por islamistas. La influencia que estos últimos puedan alcanzar entre los rebeldes constituye una de las mayores preocupaciones.
Además, lejos de ser un movimiento monolítico, las fuerzas militares insurgentes son un auténtico mosaico de grupos armados: ex soldados de Gadafi y milicias diversas, incluyendo a antiguos miembros de una guerrilla islamista aplastada por Gadafi en la década de los 90 del siglo pasado. Un panorama ante el cual el Consejo Nacional de Transición deberá afrontar retos importantes: garantizar que el derrocamiento de Gadafi se traduzca en un cese total de las hostilidades y que las diferencias entre grupos tribales no perpetúen el conflicto armado.
Una democracia desde cero
Finalmente, otro problema añadido a la hora de garantizar la estabilidad de Libia tiene que ver con la propia herencia de casi 42 años de dictadura: las instituciones e instrumentos democráticos brillan por su ausencia. Sin Constitución, Parlamento, partidos políticos ni sindicatos independientes, la nueva democracia libia deberá surgir completamente desde cero.
Autor: Emili Vinagre/Reuters/dpa
Editor: Pablo Kummetz