Libia: hueso duro de roer para la OTAN
14 de abril de 2011Muamar al Gadafi debe abandonar el poder en Libia. Ahí se acaba prácticamente el consenso en el seno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El arranque de la reunión informal de ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza en Berlín sirvió para constatar las profundas divergencias existentes en cuanto a cómo forzar la marcha del dictador libio y apoyar la lucha de las fuerzas rebeldes. La petición franco-británica para reforzar la ofensiva militar no halló la respuesta esperada, mientras que la apuesta por la presión política para aislar a Gadafi y obligarle a abandonar el poder no parece pasar de una mera declaración de intenciones. Coincidiendo con el encuentro en Berlín, la OTAN bombardeó una instalación militar a unos 40 kilómetros de Trípoli. Tres misiles cayeron en una base militar al sureste de la capital.
Declaración conjunta
"Fue una discusión muy, muy positiva", declaró a la prensa el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, tras dar a conocer la declaración conjunta de los 28 ministros de Exteriores de los países miembros de la Alianza presentes en la capital alemana. Una declaración en la que se reclama el repliegue de las fuerzas del líder libio y se garantiza mantener la presión militar "hasta que sea necesario". Es decir, que la OTAN -como también los seis países no miembros que colaboran con la operación: Jordania, Marruecos, Suecia, Ucrania, Catar y Emiratos Árabes Unidos- no renuncia a los objetivos que llevaron a lanzar la operación "Protector Unificado": poner fin a 42 años de dictadura en Libia y permitir una transición democrática en el país norteafricano.
Sin embargo, y pese a que la declaración conjunta recoge la voluntad de los aliados de "ofrecer todos los recursos necesarios" para la consecución de los objetivos, el texto no puede obviar que las divergencias se mantienen. De entrada, con el rechazo de los socios de la Alianza a las peticiones de Francia y Gran Bretaña para que contribuyan más activamente en la guerra aérea en Libia, aportando los aproximadamente diez aviones diarios que, según un funcionario de la OTAN, faltan para realizar los ataques aéreos. Aviones de vuelo bajo A-10 y aeronaves de ataque AC-130, más útiles contra las fuerzas de Gadafi según la opinión de los analistas militares.
España, por ejemplo, no se plantea incrementar sus medios militares en Libia. La participación española se prorrogará dos meses, pero el mandato seguirá restringido al mantenimiento de la zona de exclusión aérea. Tampoco Estados Unidos ha ofrecido ayuda adicional. "Apoyaremos con fuerza a la coalición hasta que su trabajo esté terminado", aseguró la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Eso sí, sin mencionar un posible refuerzo de la participación militar de su país. Tampoco Italia parece dispuesta a implicarse en la ofensiva. Así las cosas, el peso de las misiones de ataque seguirá recayendo principalmente en Reino Unido y Francia.
Larga lista de desacuerdos
Pero la lista de desacuerdos no se queda en la negativa de los socios de la OTAN a satisfacer las peticiones de Francia y Gran Bretaña. No sólo no habrá, de momento, más efectivos desplegados en territorio libio. Tampoco hay acuerdo respecto a la necesidad de atacar los tanques y la artillería de Gadafi para desactivar el poder militar del dictador. Una falta de entendimiento extensiva al debate sobre la necesidad y la legalidad de enviar armas a los rebeldes. Como se encargó de subrayar la ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez: "en este momento no se puede, porque hay una resolución que prohíbe la entrega de armamento".
De hecho, es la propia resolución militar del conflicto la que parece estar en entredicho. "Las operaciones militares no constituyen en sí mismas la solución al conflicto libio. La única solución posible al conflicto es política", aseguró Jiménez desde Berlín. En la misma línea se pronunció el propio secretario general de la OTAN, Rasmussen: "el poder militar no puede dar una solución a la crisis". Mientras que el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, reclamó la necesidad de establecer cuándo y cómo debe finalizar la intervención militar en el país norteafricano.
Autor: Emili Vinagre / Reuters/dpa
Editor: Emilia Rojas-Sasse