Libertad de prensa bajo presión
3 de enero de 2012“Perro muerde a hombre” es el título de una noticia cualquiera, dice un viejo chiste de periodistas. Lo que sí es una sensación es la noticia de que “Hombre mordió a perro”. Transportado al mundo periodístico, se puede decir que la norma es que son los periodistas los que emprenden campañas contra los gobernantes. Pero cuando es el mismo presidente de Alemania el que amenaza a un diario como Bild con una “guerra”, el mundo periodístico reacciona muy sensible.
Según varios medios, el cristianodemócrata presidente alemán, Chritian Wulff, llamó al jefe de redacción del cotidiano Bild, Kai Diekmann, para intentar detener la publicación sobre un crédito inmobiliario obtenido en condiciones aún no del todo esclarecidas y que lo tienen sindicado de querer sacar partido de modo indebido de su alta posición polítca. Para colmo de males, Wulff dejó constancia de su intento de querer acallar a la prensa en un mensaje en el contestador automático del diario.
El presidente habría amenazado con “consecuencias” a los diarios del consorcio mediático Springer, al que pertenece Bild. Este escándalo aparece ahora cuando hace casi 10 años, una entrevista del periodista Jens König desató un debate en torno a la influencia que busca ejercer la clase política alemana sobre la prensa.
¿Censura desde las oficinas de prensa?
En 2003, König dirigía la redacción que cubría el Bundestag para el diario berlinés taz. En ese entonces, König entrevistó al otrora secretario general del partido socialdemócrata SPD, Olaf Scholz. Previo a la publicación, la oficina de prensa del partido solicitó el texto de la entrevista para revisarlo. Pero el texto fue regresado con tantos cambios que la redacción del diario capitalino decidió publicar solo las preguntas. El espacio de las respuestas cambiadas por la oficina del político salió en negro. Así, un diario sacó a la luz la práctica de las entrevistas “bendecidas” y algunos medios prometieron no permitirlo más.
La “incultura” de la autorización de entrevistas
Pero la iniciativa solo tiene éxito “si todos los medios forman una alianza contra esa ‘incultura' de las entrevistas retocadas”, dice Hans Leyendecker, del diario muniqués Süddeutsche Zeitung y fundador de la red de periodismo investigativo Netzwerk Recherche. “Mientras en el mundo anglosajón”, prosigue Leyendecker, “aún vale la palabra, en Alemania existe la mala costumbre de dejar cambiar las entrevistas con políticos hasta tal punto que lo que el lector lee es un mero producto artificial”.
Ulrike Winkelmann, jefa de la redacción política del diario taz, cita el conocido truco de un director de sindicato que retuvo la “corrección” del texto de la entrevista hasta pocos minutos antes del cierre de edición, para que el diario no tuviera otra alternativa que publicar la entrevista retocada que, al final, “no tenía nada que ver con lo que había dicho antes en la entrevista grabada”. Lo peor es que este truco sigue siendo utilizado, y tolerado.
Presión “efectiva” sobre los medios
Sobre los medios privados pende la presión financiera cuando los poderosos amenazan con consecuencias, sea por exigencias de indemnización o el retiro de publicidad pagada. “Los grandes bancos envían incluso a los diarios a equipos de expertos en comunicación y abogados”, cuenta Hans Leyendecker.
Uno de los instrumentos de presión más efectivos en Berlín, es la exclusión de periodistas o medios de las llamadas “conversaciones de fondo” en donde políticos informan en off the record sobre el acontecer”, resalta Hendrik Zörner, de la Asociación alemana de Periodistas (DJV). Un instrumento “efectivo” porque no hay ley que obligue a los políticos a incluir a los que no quieran.
En Europa, la práctica de la prensa libre en Alemania obtiene la nota ”regular“. El ranking lo lidera Escandinavia, en donde no existe el retoque de entrevistas por políticos. Y en donde peor está el ejercicio de la libertad de prensa en el continente europeo es en Francia, Gran Bretaña, Italia y Hungría.
Nociva “camaradería” entre las élites política y mediática
Jens König, que hoy trabaja para la revista Stern, desde Berlín, cree que la “camaradería” entre periodistas y políticos hace parte del problema. König recuerda que el caso Wulff-Bild, comenzó con fotos exclusivas sobre su nueva pareja que Wulff le concedió al diario Bild. Un trueque del que ambos sacaron provecho: Bild publicó una historia exclusiva y los electores no le tomaron mal a Wulff su divorcio.
Para König, no es la llamada de Wulff al diario lo escandaloso, sino “el hecho de que un presidente alemán crea que con una llamada puede cambiar las cosas a su favor.”
Autor: Johanna Schmeller /José Ospina-Valencia
Editor: Enrique López