Entrevista de DW con Leonardo Padura
15 de junio de 2015Desde que fuera anunciada la concesión del premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 a Leonardo Padura (La Habana, 1955), el teléfono del escritor cubano, nacionalizado español, no ha parado de sonar. “Han sido días de júbilo y desesperación”, dice Padura desde su casa en el barrio de Mantilla, en el sur de La Habana. El escritor, que saltó a la fama con su serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Mario Conde, reconoce que le asusta estar al lado de ‘gigantes de la literatura contemporánea', que han recibido el galardón en años anteriores, como Günter Grass (1999) o Philip Roth (2012). “Es un compromiso tremendo, pero a la vez me alegra mucho. El hecho de ser el primer cubano que gana este premio es un reconocimiento a mi trabajo y debe ser un orgullo para la cultura cubana, a la que pertenezco, desde la que escribo”, dice en conversación con DW.
DW: ¿Ha recibido alguna felicitación de Raúl Castro?
Leonardo Padura: Ninguna comunicación oficial. Sí muchas de los amigos, desde Cuba y otras partes del mundo.
La vida en Cuba siempre le ha inspirado a usted en su obra. ¿Ha podido usted escribir libremente?
He podido escribir con toda la libertad que he tenido a mi alcance y que he tratado de que sea la mayor posible. Mi gran desafío no han sido los límites de lo que se puede o no se puede decir. Creo que he escrito sobre lo que he querido, en la forma en que he querido y si no he ido más allá es porque no ha sido necesario. Mi gran desafío han sido las palabras, los adjetivos, las frases, las estructuras, la creación de los personajes. Es la parte realmente importante y complicada del escritor.
Se escucha que las cosas han cambiado mucho en Cuba desde el período “especial”, caracterizado por una gran escasez. ¿Cómo describiría usted la situación que han traído las reformas de Raúl Castro?
Cuba está en un proceso de cambio que se anuncia como el más importante, el más profundo. De los años 90s hacia acá, que fue el período tremendo de la crisis, ha habido cambios significativos en la vida de la sociedad cubana, una sociedad que era muy muy homogénea, que se ha ido distendiendo. Ahora hay personas con más posibilidades económicas y otras con posibilidades muy reducidas. Los cambios en estos últimos años han sido favorables y necesarios. Habría que profundizarlos y extenderlos porque, como el propio Raúl Castro ha reconocido, la asignatura pendiente de Cuba es la economía. Ha habido otros cambios de carácter social, como por ejemplo, conceder la libertad a los cubanos para poder viajar adonde quieran, iniciativas que son trascendentes, porque estamos hablando de un derecho primordial de las personas.
¿Usted ha podido viajar sin restricciones?
Siempre he podido viajar afortunadamente. Ahora viajo con más de facilidad que mis compatriotas. España ya me había concedido la ciudadanía por mi trabajo literario, ahora tengo un pasaporte europeo que me permite entrar y salir en muchos países del mundo, cosa que para el resto de los cubanos es más complicado.
¿La realidad cubana siempre le ha inspirado en su obra. No le inspira ahora para escribir un nuevo capítulo con el detective Mario Conde?
Tanto me inspira que estoy escribiendo una nueva novela que seguramente llegará hasta el 17 de diciembre de 2014, porque a partir de ahí empezó un proceso que está en marcha con el anuncio del acercamiento en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos que va a provocar cambios importantes en Cuba seguro. Todavía son poco perceptibles, como esto de que Cuba saliera de la lista de países patrocinadores del terrorismo. De alguna manera voy a trazar un arco en ese entramado social que se ha ido dilatando, y abarcar desde las personas que hoy tienen muchas mejores condiciones de vida hasta las personas que son más desfavorecidas.
Su novela, “El hombre que amaba los perros”, retrata las ideologías del siglo pasado a través del destierro de León Trotski, que comienza en Almaty en Asia y termina en Ciudad de México en donde Trotski fue asesinado por Ramón Mercader. ¿Cómo se documentó para recrear esos escenarios?
Fue un trabajo muy complicado porque no tenía a mi alcance aquí en Cuba esa bibliografía. Cada vez que iba a España buscaba en las librerías toda la información posible. Trabajaba en la biblioteca nacional. Hace años que no voy a México porque la altura me afecta mucho, un grupo de colaboradores mexicanos me enviaron libros que conseguían por allá. A veces les pedía que fueran a lugares que yo no podía visitar físicamente, que tomaran fotos y me dieran sus impresiones. Ya habían abierto los archivos de Moscú y muchos investigadores ya habían publicado libros en español y en inglés. Tengo aquí en mi casa un promedio de 100 a 120 libros diferentes que utilicé, parcial o totalmente, para escribir esa novela. Más una montaña de documentos digitales y en papel.
Su laureada novela “Herejes” es considerada histórica con elementos de novela negra. ¿Es el género en donde se siente mejor?
Sí, me gusta mucho la novela policial como estructura primaria porque te exige un desarrollo que vaya de un principio a un fin. Que haya una verdad oculta. Que debe ser develada en algún momento. Utilizo la historia en la medida en la que me sirve de espejo para aclarar el presente que vivimos. Todo esto yo trato de utilizarlo literariamente sin atarme a códigos fijos. Trato de hacerlo con la mayor libertad posible y por eso mi novela policíaca no es puramente policiaca, y mis novelas históricas no son puramente históricas. Sino que todo se mezcla ahí.
Usted estudió filología porque habían cerrado la escuela de periodismo. Luego ejerció el periodismo antes de descubrir el universo de la literatura. ¿Qué le recomendaría a alguien que tiene la inquietud de escribir?
Yo no creo en las escuelas de escritores. Nadie te puede enseñar cómo escribir a pesar de que es muy útil saber los secretos de la escritura de una manera académica, normativa. Pienso que si hay algo que es imprescindible para un escritor es la lectura. Sobre todo de los escritores que escriben bien en la lengua que uno utiliza. Creo que la lengua es el vehículo fundamental de la literatura y tienes que leer a los que saben utilizar bien la lengua. Yo eso lo practico como una religión y por eso siempre estoy leyendo a Cabrera Infante, a Vargas Llosa, a García Márquez, a Carpentier, a Fernando del Paso, a Vázquez Montalbán, a Julio Cortázar, a Juan Rulfo. Tengo la posibilidad de tener a los mejores maestros aquí en mi librero y lo que hago es que los exprimo y sigo aprendiendo de ellos y creo que ese es el consejo más importante. Leer a los que escriben bien en tu lengua.