Lech Walesa: “Kohl era un político muy hábil”
1 de julio de 2017DW: Señor Walesa, el arte diplomático de Kohl se caracterizaba por generar relaciones personales y amables con los principales líderes del mundo, lo que le permitió conseguir toda clase de compromisos. Para usted, ¿Kohl era más un amigo o un colega político?
Más un amigo. Cuando había una cena para hablar de asuntos oficiales, el decía "hablemos tranquilamente, con normalidad”. Era un tipo relajado en ese tipo de relaciones. Eso lo hacía simpático. A mí me caía bien y me gustaba esa forma de ser, normal, directa.
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¿Recuerda su primer encuentro con Kohl, o hay alguna reunión que le resulte especialmente memorable?
Claro, y no lo olvidaré hasta el último de mis días. Entonces yo era aún sindicalista. Fue el 9 de noviembre de 1989. Polonia ya tenía su primer gobierno democrático con Tadeusz Mazowiecki. Ese día llegó Helmut Kohl con una delegación a Varsovia y debía reunirse también conmigo, como jefe de los sindicatos. "Señores", les dije a Kohl y a (el ministro de Exteriores alemán) Hans-Dietrich Genscher, "pronto caerá el muro de Berlín, pronto la Unión Soviética colapsará. ¿Están ustedes, como principal potencia europea, preparados para ello?". Y vino la respuesta, creo que de Kohl. "Estimado señor Walesa, nos encantaría tener esos problemas. Pero algo así no lo vamos a ver. Hasta que algo así ocurra, crecerán árboles sobre nuestras tumbas". Y esa misma tarde debieron cancelar la visita oficial a Varsovia, porque el muro de Berlín había caído.
Como político, Kohl generaba opiniones polarizadas en su país. ¿Cómo era visto en Polonia?
Para nosotros era Genscher quien encarnaba la fuerza intelectual política alemana. Kohl era percibido, en tanto, como un político muy hábil. Consideremos que consiguió posicionarse políticamente de tal forma que siempre ganó las elecciones y siempre fue popular también en Europa Central y Europa del Este, y por cierto en todo el mundo. Eso lo vimos nosotros ya en esa época.
En esa época también fueron las negociaciones sobre la Línea Oder-Neisse. ¿Cómo fueron esas conversaciones? Kohl demoró la toma de una decisión...
Sí, tenía dudas. Yo intenté dejarle muy en claro en cada una de nuestras reuniones qué quería Polonia. Yo creo que le ayudó a entender mejor la perspectiva polaca. Nosotros queríamos que él comprendiera cuán necesario era el reconocimiento de la frontera.
¿Qué tan difícil fue convencerlo?
Él tenía su posición sobre ese tema. Se pudo hacer, pero costó mucho trabajo.
Y luego vino la reunificación. ¿No le preocupó que su vecina Alemania fuera ahora tan poderosa?
Las personas racionales no tienen esos temores. No se pensaba en eso. Nosotros sabíamos que lo lógico y lo correcto era la reunificación.
Le pregunto otra vez sobre cómo era Kohl en persona. A mí me tocó vivir una vez esa experiencia: él entró en la habitación y se apoderó de todo, ensombreciendo a los presentes.
Sí, pero yo estaba sobre eso. Siempre estuve convencido de mis planes y no me dejaba sorprender tan fácilmente. Me acuerdo que, siempre que nos reuníamos, Kohl me decía: Me acabo de tomar ocho cafés, así que ya podemos conversar. Creo que tomaba muchísimo café para estar atento. Era grande, sí. Pero usaba esa fuerza de forma pacífica, así lo sentí entonces.
Cuando usted mira ahora a Alemania, ¿quién lleva adelante el legado de Kohl, a su juicio?
Hay que verlo todo en su contexto. Quien era bueno hace 50 años, no es necesariamente bueno hoy, y viceversa. Son otros tiempos y otros desafíos. No es tan fácil hacer una comparación de ese tipo.
Autora: Magdalena Gwózdz (DZC/VT)